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—Hmph...
 
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Sintió esos tersos labios alejarse de la boca ajena, trayéndolo de vuelta a la situación actual. Tal vez ella haría como que las cosas habían terminado ahí pero Ganondorf pensaba lo contrario. Su brazo aún la retenía en lugar, sin intenciones de separarse. Su pecho se presionaba al ajeno y su rostro claramente mostraba que deseaba más...
Eran pocas las veces que podría encontrar a Zelda un poco más dispuesta y menos molesta, sus labios saborean el sabor agridulce del heraldo de la muerte moviendo sus labios y mordiendo apenas sutilmente su labio inferior. —...— con ello, su respiración va en aumento, un rubor sobre sus mejillas y fue ahí que empezó a alejar sus labios.
Su brazo se mantuvo fijo en la cadera ajena sin intenciones de dejar que la diminuta hyliana escapara. Mientras tanto, sus labios seguían unidos en ese beso corto, degustando el sabor de la saliva y lo tersos de sus labios; dentro era como si él intentara apoderarse y tomar la delantera.
Un lapso extraño, pero en el cual hubo intercambios entre ambos mientras sus labios se movían en un roce contra los del gerudo, de vez en vez entre abriéndolos para sentir la presencia ajena.
Respondió en misma forma, y no se separó hasta que ella prefieriera. Cerró los ojos y se dejaba llevar por el contacto entre sus bocas, inclusive ya colocaba las toscas manos alrededor de la cintura de la princesa como acto para retenerla. Ignoraba si era sincero o no, pero no iba a dejarla irse tan pronto.
Lo capturó, y ahí lo mantuvo un poco. Era esos pocos momentos en que la princesa podía ser más natural y menos formal de acuerdo a su educación. Más suave fue el gesto, y con un toque dulce quizás más romántico durante la unión. El no parecía tan nervioso, creía.
Sería tal vez a causa del trato que ambos acordaron el cambio considerable de parte de la rubia. Cualquiera que fuese la razón, el pelirrojo respondió el acto en misma forma, presionando los labios a forma de seguir su ritmo. Era inaudito que ambos enemigos ahora tuvieran tales muestras de afecto.
Tanta razón tenía él; debería dar un pequeño paso...era cuestión de unos centímetros. — Quién lo diría. — una vez pasaría, después de todo había un acuerdo. Se sentía atrevida, Zelda de rubios cabellos sello ese espacio en un breve beso entre su más grande enemigo jurado por la eternidad y ella.
—¿Hmmm?— Preguntó después de oír la respuesta. No sabía si era parte del contrato o alguna otra razón, pero no alejó el rostro para nada. —Sabe...es lindo de su parte tenerme así. Debería dar el siguiente paso.—
Mantuvo las palmas ahí, y esa manera tan extraña y particular de ser en ocasiones. — pero me agrada...

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