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—No soporto estos extraños calcetines, cubren mis pies sin sentido alguno. De verdad, ¿vale la pena guardarnos de quienes somos para agradar a la escuela?
 
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ElizabethAlacor · 22-25, F
—Pues quítatelos (?)
—Hmph... —soltó un refunfuño, era obvio que ella estaba ocultando algo, mas no parecía ser la clase de persona que fuese a ventilar la verdad con presión. Antes, más bien, estallaría en llanto, haciendo todo mucho más engorroso.

—Bien, te creo —retrocedió, dándole espacio. Su semblante se relajó.—¿Cuál es tu nombre? Creo que no nos hemos presentado? Soy Rock Sawajiri, profesor de literatura —hasta entonces revelaba si identidad como docente.
—N-no me gusta que me hables así. —Desde su misma posición pensaba qué más seguía, qué más decirle, aunque sus ideas se hayan acabado y que para colmo esa sensación de estar acorralada le hayan bloqueado por completo. A pesar de que su cara estuviera toda roja, a punto de terminar en llanto, no desistiría. Era ella contra un compañero de otra clase, seguramente un bravucón de nuevo ingreso que en su tiempo de ocio buscaba a quién molestar. —Esa es la verdad, es toda la verdad. Tengo calor y no me gustan —Expresó en un tono de voz más bajo de lo normal, casi un susurro.
Escuchar excusas y mentiras era parte de su profesión, tanto, que identificarlas al instante ya era segunda naturaleza. Inexpresivo, con sus grisáceos ojos fijos en ella, terminó por acercarse, colocando ambas palmas sobre el escritorio para cerrar la distancia.

—Está bien, guardaré el secreto. Ahora, si fueras tan amable de decir la verdad.
—Es que... —Esconde los dedos debajo de sus piernas y se encoge entre hombros. —No me gusta que me descubran que he mentido. No me gustan estas calcetas por que hace calor, mucho calor ¡e-eso es! —titubea —y con calor no me puedo concentrar ja ja ja es mitad verdad y mitad mentira... Necesito que esto sea un secreto, ¿por favor? —Temblaba completamente de nervios, ha llegado el momento de ella para saber si su comentario muy escaso de inteligencia iba a ser creído.
—Si eso va a hacer que cumplas con tus tareas, está bien —al parecer, la joven había confundido al profesor albino con otro alumno, algo que sucedía con cierta frecuencia, dado su aspecto. —¿Qué secreto es este?
—Uhm... —Procuraría cuidar de sus palabras de ahora en adelante, pues no sabía si enfrente de ella se encontraba un estudiante de hechicería o un simple estudiante— ¿Podrías guardar esto como un secreto?
—¿Magia? ¿En tus pies? —levantó una ceja, aunque definitivamente no era lo más descabellado que había escuchado. —¿Y qué tiene que ver con tu tarea?
—Sí, por que mis pies tienen magia. Y magia necesito para terminar mi tarea.
—He escuchado muchas excusas, pero esa es bastante original. Si te las quito, ¿podrás concentrarte, entonces?

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