♥ Entre desvaríos y recuerdos se había despertado aquella mañana. La luz del alba comenzaba a filtrarse por los cristales de su habitación, mientras que el canto de las aves hacía eco a la lejanía. Se incorporó sobre el colchón, estirando sus extremidades, como si de tocar el cielo raso se tratara. Se puso en pie tambaleándose en poco y se dirigió al espejo; la chica del reflejo la escrutaba con aquellos ojos zafiro, reclamándole por aquel cabello tan desordenado. Por alguna extraña razón sus pensamientos solo se situaban en una persona. ¿Raro, no?
Se introdujo al cuarto de baño para tomar una corta ducha, se secó el cabello y se arregló para salir. Luka poseía un porte elegante que no se diluía sin importar que ropa usara. Sus pies se pusieron en marcha a la vez que la suave brisa acariciaba sus níveas mejillas. Pronto se dio cuenta que se hallaba en un camino del que no sabía si hubiese retorno; el sendero comenzaba a mirarse estrecho y las ramas de los imponentes árboles se inclinaban amenazantes sobre ella. Más adelante pudo observar su lugar de destino: aquel enorme castillo que se enaltecía sobre la colina. Cuando tomó conciencia de lo que hacía ya se hallaba frente a la gigantesca puerta, esperando por el llamado que había hecho tras tomar la aldaba. ♥
– Duque... Gusto en volver a verle. – Sentenció con una sonrisa en los labios una vez que aquel hubo aparecido, tratando disimuladamente de acomodarse su rosado cabello que había sido revuelto por el viento.
♥ Ingresó al lugar a paso firme, aunque sabía por dentro que si no mostraba aquella actitud sus piernas flaquearían. Paseó su mirada alrededor del gran espacio, seguramente tendría siglos de antigüedad, más sin embargo, pensó que si trataba de adivinar probablemente erraría.
Entrelazó los dedos de sus manos tras la espalda y le miró con discreción, delineando su perfil con la mirada. ¡Pero que hombre tan apuesto! No pudo evitar pensar en ello sin que sus mejillas tomaran color, así que bajó levemente su rostro para tratar de disimularlo ♥