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[code][c=#E50000][center]—Dime una cosa, ¿en el Inframundo les enseñan a decir todas esas tonterías o te salen por naturaleza? Nosotros no somos como ustedes, jamás subestimamos al enemigo, quizá ese sea su talón de Aquiles, Minos. Te daré un consejo, aprende a cerrar la boca y en lugar de palabras, utiliza tu energía para defenderte, ¿quién te dijo que con solo hablar lograrás ganar?, pero qué puedo esperar de ti, perro que ladra no muerde, ¿o si? ¡JÁ!— [/center][/c][/code]

—¿Eso es lo que crees?, es una lastima que tengas ese tipo de pensamientos tan pobres, aunque no me sorprende, el León cree que todos son de su condición. ¿Quieres que te recuerde a dónde va a ir a parar la rosa demoniaca real del de Piscis si no dejas de alardear ya?, no seas iluso, perro de Hades, o te pueden callar esas palabras de una muy mala manera.—

—No seas iluso, titiritero, la belleza de Albafica es equiparable a su poder; letal, tóxico, mortal. ¿Quieres cometer a caso un acto suicida?, bien, adelante, nos harías un favor a todos, pero al final no intentes escapar, sé que es difícil pedirte eso, las ratas siempre corren a esconderse cuando hay peligro, ¿no?, ¡pero vamos!, si resistes, seguro Albafica terminará contigo rápido para que no sufras tanto.—

—¡Já! No te hagas el elocuente conmigo, rata albina, solo paseaba por aquí para ver de cerca como Albafica te rompe la boca, de todos modos la tienes muy grande.—

[code][c=#0073E5]** Sin censurar en el más mínimo lo figurativo de su orgullo, tal gesto no era más que el detonante impulsivo de la simple confianza; una verdad ahogada sólo por la supremacía de la que era ente portador; aquel que hasta el momento se catalogaba como cazador. Una leve pero retadora sonrisa se dejó ver sobre aquel pálido rostro del joven dorado, que sostenía con gran determinación una mirada fría y altiva, en dirección del ser que cerraba la entrada de ambos en el sitio. Mismo que tal vez en instantes romperá ese basto silencio que le consume, para abordar sin muchos preámbulos el choque inevitable de los que por siempre serán llamados enemigos naturales.
Ese asfixiante aire salino, proveniente desde lo más lejano de la costa, tomaría con una atrevida caricia los largos mechones en la cabellera de ambos guerreros, los cuales al moverse libres dejan retratado sobre las palabras del portador de la Surplice de Grifo, un bello lienzo al choque de ambas miradas - ¡Aceptaré tu cumplido Minos! - con firmeza y orgullosa presencia las palabras saldrían de los Labios del guerrero, que con fuerza desprendía el blanco manto que envolvía y ocultaba, el destello cegador de sus vestiduras Doradas y así mostrarse ante su rival – hablas de belleza… sin embargo ¿Sabes qué es la verdadera belleza? – mencionaría con ese tono anterior, pero esta vez ahogando sus palabras en el gesto de llevar su diestra hasta señalar la parte central de su pechera, dando parte de su justicia e ideales, ratificándose ante su contra parte mientras sostiene – Aquí… es donde se encuentra la verdadera belleza; pero dudo que comprendas eso… alguien con ese nivel de arrogancia y ego ciego no podría siquiera comprender lo cierto de mis palabras – Presionando su puño izquierdo con fuerza, lentamente perfilaba su posición de ataque dejando su pie izquierdo frente a él, y el derecho ligeramente separado y un poco más atrás, buscando el agarre requerido sobre el inestable terreno arenoso. Su oído se agudiza lentamente a la par de su reacción visual, la que se centra en el contrincante sin perderle de vista. El espectro se mantiene de frente incitando a su oponente de una manera muy confiada, al permanecer con las extremidades extendidas a ambos lados, vulnerando su defensa a la vez que sus pretenciosas palabras se dejan oír. La mente del Joven Dorado que permanece serena, levemente comienza a canalizar su poder interno a cada parte de su cuerpo, los músculos del Caballero Dorado empiezan a ganar tensión preparándose para asestar impacto físico; con determinación y mostrando sus notables condiciones físicas, en un Sprint veloz y sólido, se lanza contra su adversario - ¡¡No me tomes a la ligera, Minos!! – exclama mientras empieza a reducir distancia entre ambos dirigiéndose directamente al espectro, preparando su brazo derecho y acumulando la presión necesaria para el ataque, guardando su brazo izquierdo para reaccionar si fuese el caso de fallar o de haber algún contraataque de parte del contrario. A cierta distancia detiene su carrera, y rápidamente lleva su pie izquierdo al frente para frenar bruscamente su avance y de esta manera lanzar su diestra con toda la potencia acumulada en un golpe directo al abdomen de su adversario… - de dar en blanco su golpe podría sofocar su respiración por algunos instantes y hacerle retroceder algunos metros - **[/c][/code]

[b][center][c=#006633]:::: Playa de Glyfada, Corfú, Grecia :::: On Rol ::::[/c][/center][/b]

[code] [c=#006633] ** La noche se mostraba perfecta, la luna característica de la época era la fuente visual en el solitario lugar y no era mas que cuestión de tiempo para que el joven Caballero pisara el sitio, que en momentos sería el fiel testigo de aquel encuentro pactado por diferencias en los ideales de ambas partes.

La brisa de la costa arremete con eco de frescura, y el salino aire impregna el sentido de la alba figura que se acerca a pasos tranquilos, dejando atrás las marcas de sus huellas sobre la arena, que moldea la suela de sus botas doradas.
A su alrededor pequeñas elevaciones de relieve se extienden hasta mojarse en la playa, sirviendo de rompeolas y llevando ese sonido común de estruendo al destrozar las masas de agua; dejando eco en el bello sitio. [/c] [/code]

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[c=#0073E5][i]La silueta masculina, cubierta con un amplio manto blanco que solo deja libre su cabeza, detiene su andar y enfoca la mirada en el reflejo que dibuja el bello tesoro de la Diosa Artemisa sobre las inquietas y cristalinas aguas del mar.
Sus bellos y fríos orbes, revelan una claridad única proveniente del tono Azulado de los mismos, estos a su vez hacen el contraste perfecto con su larga y lacia Cabellera de matiz aguamarina, que vuela libre con la brisa, debido a la ausencia de su casco.

A pesar de la tranquilidad de su serena personalidad, un encuentro crea en él un torbellino de emociones mezcladas; duda, orgullo, expectativa, adrenalina e incluso aprecio, siendo estas el preámbulo que dicta y aclama la presencia del Caballero, que aguarda la entrada de su oponente... ** [/i][/c]

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[code]✿ Espero ser de su agrado y llevar un buen rol. [/code]

[code]✿ Gracias por recibirme en tu perfil.
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