— 50 millones, eh... Solo por una heladería en un barrio bajo de Nueva York. — Se encogió de hombros. — Está bien.

De su bolsillo sacó su chequera, en la cual comenzó a escribir. Primero la cantidad de dinero a dar, que eran los 50millones, después volteó a ver al hombre y sonrió para este.

— ¿A qué nombre debo poner el cheque?

Y mientras esperaba respuesta, puso su firma debajo del papel, una firma simple pero hermosa, con trazos y detalles bonitos, incluyendo un pequeño corazón.

Luego de esto, tomó su teléfono celular, marcó un número y esperó a que le contestaran de este.

— Marina, soy Tess. Necesito que cuando te llegue la notificación de cobro de un cheque, lo autorices. Acabo de comprar una heladería. — Se quedó callada por un momento. — Sí, sí, una heladería. Es un regalo para Griffin.

Aquello lo mencionó en un tono bastante relajado, como si el dinero no fuera problema para ella, de hecho, no lo era. Gracias a su inteligencia, a su forma dinámica de