Ella era igual a su abuelo, le gustaban más los libros que las armas, pero aún así ella era una guerrera nata, su pasión por los libros solo era superada por su pasión por montar a caballo, por el arco y la flecha, por el color verde, aún así pasaba la mayor parte de sus días en la biblioteca.
[code]Luz. Las velas tintineaban con el pasar de las horas, de hecho algunas de ellas ya se habían terminado y sido cambiadas por otras, mientras que el libro frente a ella continuaba abierto. La Ainulindalë era de sus historias favoritas, de conos sus abuelos y tíos vinieron a Arda y de cómo ellos mismos ayudaron a la creación del mundo, en su entendimiento no había seres más poderosos que ellos, sin importar la luz o la oscuridad del mundo. Por ello aquellos textos siempre la terminaban atrapando y ella continuaba leyendo hasta la saciedad antes de siquiera querer dormir.
— Aún no es tan tarde… ya casi termino.—
Dijo tomando aquella taza y dando un sorbo a la misma, sin apartar mucho su mirada de las paginas amarillentas que tenía frente a ella. [/code]
