— Cada vez que abres la boca, demuestras tu evidente falta de convencimiento, incluso de persuasión. Si unos pobres y mentirosos aldeanos lograron mover tus decisiones a base de mentiras, como si fueras un títere más de este pueblo maldito ¿Crees que a mí me daría gozo o placer compartir "algo caliente" con alguien como tú? — Se mantuvo en silencio por breves instantes, meditando. Entrecerró la vista y a través de ese velo opaco que cubría su rostro, solo alcanzaban a distinguirse los zafiros violáceos de sus ojos. — ¿Qué ganaría yo si decido aceptar, qué es lo que alguien como tú me puede ofrecer en compañía o conocimiento? No deseo perder el tiempo, porque es sagrado y eso con nada del mundo me lo podrías pagar. —