Extendió la diestra, las uñas de sus dedos eran evidentemente largas, como si se tratasen de las ramas de un árbol descuidado, entonces, el pequeño gato causó un rasguño en la mano de la castaña y salió corriendo en dirección a la presencia. — Fuiste demasiado débil, Saturno. —
— Estúpido. Insensato. Una niñería ¿Crees que una bruja de mi calibre malgastará sus energías en algo tan banal y predecible como el comportamiento humano? ¡JAJAJA! — Rápidamente, los cuervos comenzaron a volar de forma brusca, hasta posicionarse sobre los hombros y brazos de la figura que se divisaba entre la bruma, aquella de ojos rojos y aura infernal, aparentemente de la bruja. — Si crees que derramar tu sangre por una venganza tan infantil vale la pena, entonces tal vez el problema seas tú. Si lo único que deseas es enojarte y odiar sin recibir un castigo, la única purga que debería recibir el mundo sería la de tu sucia existencia. No, la vida no tiene cabida para seres tan débiles y patéticos. Debí suponer que tu presencia tan solo era una perdida de tiempo. —
- Porque la gente está podrida en todos los sentidos, no quiero convertirme en una estúpida adulta con cerebro de basura. -Respondió con el ceño fruncido de verdadera rabia y frustración.- ¡Si, si lo vale! -Mencionó por último- Sería muy significativo para mí sentir que puedo vengarme, que puedo ser libre de enojarme y odiar sin tener reprimendas. Si el precio es mi vida, adelante bruja, hazlo. Finalmente ya nada me importa y no tengo nada que perder. -Dijo a punto de romper en llanto-
Escuchó atenta todos y cada uno de los vocablos pronunciados por la castaña. Gianna había vivido demasiado como para saber que la maldad, el rencor y la sed de sangre no tenía ni genero ni edad, sin embargo, aquella pequeña le intrigaba demasiado, algo dentro de ella rompía con el estándar dentro de lo “normal”. — ¿Por qué una niña como tú querría vengarse de alguien? ¿Qué clase de enemigos podrías tener tú? Habla, no me dejes esperando. — El viento, suave, comenzó a hacerse un poco más recio, las hojas de los árboles hacían ruido cuando caían contra el césped, ella era parte de la naturaleza y la naturaleza ella era misma. — Si lo que estás a punto de decirme llama mi atención, te ayudaré. Creo que no hace falta decir que el precio será alto, así que piénsalo bien niña ¿Vale la pena sacrificar tu miserable e insignificante vida solo por un poco de sangre derramada? —
- Así que su nombre es Saturno, es hermoso. -Dijo tomando al gato entre sus brazos y acariciando su cabeza, por supuesto que el felino comenzó a ronronear, cerrando sus ojos y acunandose en los brazos de la menor.- -Dicen que aquí vive una bruja con grandes poderes, capaz de beberse la sangre de los bebés, cumplir cualquier cosa que le pidas a cambio de un pago y que posee grandes poderes. -Respondió con dulce en su voz.- -Querida bruja, busco el poder de la venganza, deseo saber el conocimiento adecuado para llevarla a cabo y si es posible un método mágico para ver sufrir a mis enemigos. ¿Podrás ayudarme? ¿Cuál sería la paga? -Le miraría ahora sin importar el miedo que sentía, su rabia y sed de sangre eran mayores que la fobia de encontrarse aquella bruja.-
El silencio fue invadido por el ruido de los cuervos que se posicionaron en las copas de los árboles. Vigilantes, su atención se vio clavada en la escena que ahora se suscitaba entre las sombras del lugar. La bruja se quedó quieta, a una distancia considerable de la intrusa, sin parpadear ni desviar la vista. Saturno, por su lado, se quedó quieto, recibiendo el afecto de esa niñita, ¿estúpida o valiente?, eso estaba por averiguarse. [/i] — Si Saturno te dejó llegar hasta aquí, fue porque tú caso le intrigó. ¿Qué te hace pensar que ayudaré a alguien como tú? ¿Qué es lo que quieres, niña? — [/i]
-En realidad vine porque necesito su ayuda. -Habló la intrépida y juiciosa infante, posicionandose de rodillas para acariciar al gato que le dio la bienvenida.-
- ¡Bruja, bruja te traigo un dulce exquisito que te voy a regalar! -Le miraría de nuevo viendo ese par de orbes carmín sin inmutarse o sentirse amenazada. Las leyendas eran ciertas, adornadas de los rumores que aún rondan.- ¡bruja, bruja la necesito, por favor!
Caminó con especial calma, sutil, quedo. Pasos felinos eran los de aquella infante que guiaba a la desconocida a la guarida de la "Gran Bruja". De un momento a otro, el cuerpecito cubierto de la manta blanca desapareció, y en su lugar, un pequeño gato negro dio acto de presencia, en su collar blanco colgaba un distintivo con el nombre de "Saturno". Giró la cabeza para notar si la intrusa aún le seguía o no, a lo lejos, una voz profunda, casi pudiendo taladrar los tímpanos de quién la escuchase, musitó. — Veo que trajiste a una nueva invitada, Saturno. Una risa breve, pero que calaba hasta los huesos se dejó pronunciar. — ¿Qué quieres que saquemos primero, gato malo, los ojos o el corazón? — A la distancia, un par de brillantes y gigantescos ojos carmesíes los miraba. Ella aún no se manifestaba en su totalidad, pero era claro que... La bruja estaba ahí.
Cuan blanca y hermosa como la pálida luz de la luna, la bruja se mostró ante aquellos par de cándidos ojos que le observan con verdadera curiosidad.-
-Sapphire cubrió sus labios con ambas manos siguiendo la indicación de la mujer, caminando entre el lúgubre sitio rodeado de penumbra, tornándose más tétrico y solitario, incluso no se escuchan el canto de los grillos o algo similar, era como si la noche estuviera paralizada.-
De entre la bruma y el sepulcral silencio del bosque maldito, una niña pequeña salió caminando. Sus ojos eran felinos, profundos y celestes, su tez era completamente azabache y su cuerpo yacía cubierto por una manta blanca, inmaculada, pura. — Shhh, no la llames o los únicos dulces que se comerá serán tus ojos. — Murmuró completamente por lo bajo. Comenzó a caminar para adentrarse al corazón del lugar, únicamente sus ojos y los ojos de los búhos que contemplaban la escena se divisaban en amplitud, contrastando con la oscuridad del sitio. — Sígueme, pero no digas nada. —
