—Hm... Siempre puedo contar contigo, mi Duquesa, para atender a los detalles que descuido. —La dejó hacer, alzando ligeramente el rostro ante la petición tácita, al tiempo de que una breve, seductora sonrisa tiró de sus comisuras. Solo Chordeva podía obtener esos gestos sinceros de él; así como solo a ella dedicaba ademanes como el abrazar de su cintura que hizo con galantería y naturalidad, atrayéndola a sí mismo. —Los súbditos me importan un comino... Pero debo verme atractivo para ti.

— Cada marca te hace ver más atractivo, ciertamente. — Colocó las yemas de sus dedos en la barbilla masculina para levantar su mentón con suavidad y así poder examinarlo mejor. — Sin embargo, voy a curarte porque no deben ver a un regente tan maltrecho, cariño.

—Nada grave, pecado mío. Un precio mínimo por pagar, más tomando en cuenta el estado actual de quienes osaron enfrentarme.

— My, my. Mira esas heridas...