La sonrisa en su rostro se había borrado, en cambio sus ojos se entornaban ligeramente mientras examinaba detenidamente desde su posición cada detalle visible en aquella versión tan particular de la vida misma. Y la escuchaba con atención, había aprendido a hacerlo ya un buen par de veces para comprender mejor a los demás pese a su naturaleza tan relajada, y con todo el conocimiento que albergaba en su memoria analizó en silencio la información recibida un momento más.-...Ya veo.-Susurró debajo de su propio aliento, el tono pensativo más que palpable en sus palabras.
-Es curioso, ¿sabes? Creo que has podido notarlo, pero yo no soy la mejor persona.-Volvió a sonreír tan abiertamente como siempre, devolviendo a su voz ese tono infantil que a duras penas podía ocultar el calculado y parsimonioso ritmo de sus pensamientos.-Pero incluso alguien como yo no ha vivido por algo como... esto.-Lentamente empezó a levantar la mano derecha, sus delicados dedos extendidos hacia la contraria hasta que sus yemas pudieron rozar cuidadosamente los pétalos amarillos en el costado izquierdo de aquel rostro.
-Bajo flores como estas pude descansar por mucho tiempo...-Aquello ya no se lo decía a nadie más que a sí misma, por un instante sonando incluso un poco agotada antes de que volviera a la normalidad como si nada hubiera pasado. Retrajo el brazo y juntó las manos detrás de su propia espalda, dando medio paso hacia atrás y cerrando los ojos al reír afablemente.-Vamos, habla con libertad. No tienes nada que ocultarle a quien carga con todos los pecados a sus espaldas. Cuéntame tu tragedia, te prometo que no sentiré lástima por ti ni te trataré diferente.-Lo dijo con honestidad, quizás lo más sincero que había dicho en mucho tiempo, y es que había algo que no había perdido a pesar de todo ese tiempo, ni la curiosidad ni el respeto.
¿Un amigo? Heheheh... -Carcajeó.- Eso es hilarante, por acá los monstruos no tienden a hacer amigos. –El esqueleto caminó lentamente hacia la muchacha, escuchándose entre los crujidos de la nieve que ocasionan sus pasos, el tintineo de una dorada cadena que pendía de las vértebras de su cuello, uniéndose finalmente a un dije áureo con forma de estrella.- ¿Huh?… -Aquella inquietante sonrisa pareció ampliarse más, a la vez que su rojiza mirada inquisidora se paseó por la efigie de la chiquilla y la pequeña flor dormida, examinándole con cierta curiosidad.- Mmm… Querida, realmente eres un monstruo muy raro, ¿No? … Es el primero que veo de tu clase. –Resopló con un dejo de confianza a la vez que cerraba los ojos.- Pff! Por un momento pensé que serías un enemigo.
-El monstruo alzó los húmeros en un gesto de soltura, y extrajo su huesuda mano izquierda del bolsillo de su oscuro abrigo y con cierta naturalidad la extendió hacia la recién conocida en busca de celebrar el ritual social de estrechar las manos.- Heh, ¿Qué no sabes saludar a nuevo amigo? … -La sonrisa del monstruo dio de nueva cuenta la impresión de agrandarse a la vez que abre sus ahora vacías cuencas oculares. Una expresión de desosiego, un atisbo de su enfermizo sadismo previo a lo que habría de acontecer. En la zurda llevaba escondido sobre los carpios y metacarpios un artefacto de bromas, este conocido como “Joy buzzer” da pequeñas descargas eléctricas con el objetivo de tomar por sorpresa un individuo incauto, sin embargo, el macabro instrumento de comedia del esqueleto había sido maliciosamente modificado para soltar la suficiente cantidad de voltios como para matar una persona, dándole una muerte relativamente corta pero extremadamente dolorosa; El cuerpo humano al ser conductor de corriente, cuando recibe dosis letales de energía eléctrica se sobrecarga el sistema nervioso, haciéndolo colapsar, la sensación de dolor que haría experimentar la víctima es semejante a como si una infinita cantidad de alfileres se clavaran profundamente en cada uno de los nervios, sobre estimulando el cerebro y si ello no daba la muerte inmediata, el arresto cardiaco provocado por la descarga que pasa por su corazón le daría una muerte incluso más agónica.-
...Toma mi mano, “Sweetheart.” –Dijo con su cadavérica extremidad extendida, esperando el respectivo saludo que acabaría con la vida de su nueva compañera.-
Incluso una simple caminata por el bosque podía convertirse en una obra maestra resultante de un cambio brusco en un tiempo efímero, donde el bienestar de la brisa golpear el rostro con calidez se distorsionara en una caída que le conduciría a un destino incierto, si es que algo como eso podía existir. Fue un instante de flaqueza en el que sus pies dejaron de sentir firmeza y en su lugar, la gravedad lo llevó a lo profundo de un agujero, rodeado tan solo por la penumbra y limitando su oportunidad para procesar lo que transcurría.
Pero pertenecer a la organización de renegados más temible del mundo ninja no significaba ser un simple mortal. Con agilidad supo cambiar de posición y aterrizar de espalda, evitando así golpearse la cabeza; en vista de que crear muñecos de arcilla consumía más tiempo de lo que el sorpresivo -y nada agradable- suceso le confería.
Y allí, sobre la cama floral que parecía ser conveniente para los visitantes y con los brazos extendidos de par en par, maldijo su suerte entre chasquidos, apenas con ganas de levantarse.
Algo moraba a las afueras de la ruinas, entre los árboles y el albor de la nieve, habían pequeños indicios de algo o alguien le seguía; Una suerte de bosquejo de una misteriosa silueta se asomaba de vez en cuando en la arboleda e incluso partiendo una rama en su andar, cuyo crujido inquietante resuena en el sendero pasado por la chica, quién al tratar de atrapar la imagen a su perseguidor, no se encontraría con nada más el vacío del camino y el aullido espectral del viento que resopla gélido la planicie.
"..."
Y así seguiría por unos breves instantes, cuando el evento hallaría su clímax más pasos adelante donde la muchacha se encuentra con un pequeño puente de madera que era "cerrado" por una estructura que pareciese ser una cerca mal construida ya que poseía barrotes tan separados el uno del otro que cualquiera podría pasar a través de ellos. Entonces nuevamente se pudieron escuchar los cristales de agua ser aplastado por el peso de un caminar lento tras la espalda ajena, esta vez cuando la joven se volteara, se encontraría con el enigmático monstruo.
"¿Qué tienes ahí, dulzura?" Se escuchó su monótona y grave voz; El monstruo en cuestión era un esqueleto de huesos anchos y gruesos que vestía de una pesada chaqueta negra con capucha que en sus bordes resaltaban una melenuda piel animal, debajo de esta usaba una camiseta roja y más abajo llevaba consigo pantalones de buzo, finalmente calzando zapatillas rojas con detalles y cordones amarillos. Se podía intuir su belicosa actitud nada más de su postura desafiante, manos en los bolsillos del abrigo, caderas alzadas hacia adelante y su rostro inclinado vagamente hacia atrás y hacia un lado, enseñando una enorme sonrisa plagada de afilados dientes cual escualo, donde resaltaría un único diente de oro al lado izquierdo de su dentadura.
"¿Qué, tienes miedo?" -Agregó a la vez que observaba con sus rojizas pupilas la pequeña, esperando alguna respuesta de su parte.
Ladeó la cabeza, entrecerrando un poco los ojos mientras veía la manera en la que aquella persona se movía. Levantó el brazo derecho y lo movió lentamente de un extremo a otro frente a ella, como si esperara recibir alguna reacción ante acto tan extraño.-No son solo un adorno...-Susurró bajo su respiración antes de dar un paso adelante y acomodarse un flequillo suelto detrás del oído con la diestra.-Amiga... podría decirse que sí. En algún que otro momento he sido llamada Chara Dreemurr, de hecho.-Arrojando esa pieza de trivia al azar dio otro paso adelante, su brillante mirada ampliándose conforme sus párpados se abrían lentamente y la sonrisa se petrificaba en sus labios.-Tú... no eres tan joven como ella.-La comprensión inundó su voz, y para intentar comprobarlo más allá de su mera intención dio un paso más para quedar enfrente de ella. Pero en esa ocasión, el paso dio un fuerte eco alrededor, al mismo tiempo que desataba de su interior viejos recuerdos y convicciones, llenándose de una Determinación asesina enfocada en su interlocutora tan palpable como una lluvia ácida.
Sin embargo, tan pronto como apareció, se fue, dejando un vacío en el aire tan solo llenado por el aroma de las flores doradas rodeándoles.-Me gustan esas flores... tienen un bonito color... ¿qué hiciste para terminar así?-Preguntó llena de una amabilidad ambigua, arrugando el entrecejo un poco al examinar con la mirada lo que no podía comprender.
SW-User
Sus ojos se abrieron ante la impresión de ver aquel pequeño rostro, no sólo cubierto en la venenosa flor, sino siendo la mismísima fuente de su crecimiento.
Horrorizada con ello, pero sin perder su temple, se agachó junto a la personita y le arrebató la Camelia rosa que tenía entre manos, haciéndola a un lado para tomarle el rostro entre ambas manos con cuidado.
¿Qué es esto? ¿Por qué estás cubierta en estas flores?
La pregunta fue más para ella misma o para la vida en sí, que para la niña frente a ella... O lo que asumió vagamente al escuchar su suave vocecita.
Trató de examinar su rostro, palpando con sumo cuidado la piel de sus pómulos, utilizando sólo la yema de sus pulgares. Bajo su piel no se sentía la carne suave que debería sentirse en las mejillas de un ser humano, se sentían raíces duras, invasivas que no sabía si tendrían cura.
