Contestando de manera serena, ya que cuando Sumire se empeña en algo no hay poder humano que le haga cambiar de parecer a lo que le contesta en lenguaje de señas.

— Sólo soy una simple oficinista casada felizmente, y mi familia siempre serán el pilar de la vida y eso me hace alguien normal y me agrada.

—Atendió a la respuesta de la exquisita mujer, asintiendo suavemente. Hacía tiempo que no practicaba el lenguaje y comprenderlo con alguien tan experimentada sí que era un reto, sin embargo, tras procesar lo expresado, le respondió, dándole una afable sonrisa a la pelinegra. —

No creo sea una persona ordinaria, no hay simpleza en lo que usted representa. Solo hay bellezas. Solo hay encantos. Solo veo cielo, mar y tierra, enjuagándose en vuestros ojos. Solo veo fuego y centella entre cada pestañeo.

Respondiendo de la misma manera, ya que el lenguaje escrito, morse y de señas es el medio de comunicación con la gente; respondiendo con calma.

-- No es para tanto, sólo soy alguien ordinaria nada más, una persona más en este vasto e inmenso mundo.

Escribe en su libreta su respuesta, ya que Sumire es muda.

-- ¿Inspiración para que o qué?

Usted es una inspiración