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About Me
Princesa de Asgard

Fler de Asgard
Edad: 18 años
Altura: 1.65 cm.
Peso: 53 kg
Lugar de Nacimiento: Asgard
Lugar de Entrenamiento: Asgard
Signo Zodiacal: Acuario
Dia de nacimiento: 14 de Febrero
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[media=http://www.youtube.com/watch?v=lycWjMhQNV4&feature=BFa&list=UUXOANUk5sp1B11rZHrZPUmQ]

Flare nació en una familia noble de Asgard, sería la hermana menor de aquella que algún día se convertiría en una sacerdotisa de Odín y regente del reino, es decir, Hilda de Polaris. Esta situación le permitió vivir una infancia fácil y feliz, en su mayoría dedicada a los juegos y al entretenimiento. Su amigo favorito era un niño llamado Hagen, con quien pasó muchos días, jugando con la nieve, y comenzó a desarrollar un profundo afecto por él.

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Poco a poco, los años comenzaron a pasar, y Hagen decidió iniciar un entrenamiento para convertirse en un God Warrior de Asgard y así proteger a Flare y su tierra en caso de emergencia. Flare, delicada y sensible, respeta su decisión, pero temía por sus duras condiciones de formación, sobretodo porque Hagen decidió entrenarse en un lugar insólito de Asgard: una cueva volcánica donde las altas temperaturas eran difíciles de soportar. Varias veces, la niña fue a ver su formación para animarlo y curarlo cuando se hería, temiendo siempre por su vida. De todos modos, Flare nunca dejó de apoyar a Hagen para que lograra su objetivo y se convirtiera en un guerrero divino.

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Con los años, la relación entre Hagen y Flare se freforzó mucho y se hizo muy intensa, incluso si la chica aun no estaba del todo segura de sus propios sentimientos hacia el amigo que vivía con ella en el palacio. Adolescente, pero todavía confiada en la paz de Asgard y convencida ingenuamente que nunca serían necesarios sus guerreros, Flare continuó pasando tiempo con él, Hilda y Siegfried, otro guerrero divino mayor que Hagen, za quien la muchacha ya conocía por su reputación dado que había logrado matar al dragón que asoló el norte del país, y con su humedecimiento en la sangre de la bestia su piel se había hecho invulnerable. A pesar de su corta edad, Flare era consciente de los problemas relacionados con el clima glacial en el norte de Asgard, pero había aprendido a aceptar y disfrutar de los pocos y raros días de primavera. También durante esa época, Flare había oído hablar de Atenea, la diosa de la justicia que gobernaba las tierras soleadas de Grecia y sus Caballeros del Zodíaco, que acababan de salvar la paz en la tierra después de una guerra entre sus propias filas. Estas historias la inspiraron, llevándola a confiar en Atenea, aun no habiéndola conocido personalmente.

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Poco a poco, Flare empezó a conocer a otros posibles guerreros divinos que frecuentaban el palacio, entre los cuales uno llamado Alberich. Cuando este último fue expulsado por Hilda haberla engañado y traicionado con la astúcia de la que estaba dotado, Flare, por compasión, trató de convencerlo de que pidiera perdón a su hermana, pero Alberich, impulsado por el orgullo, se negó.
Poco tiempo después, extraños sucesos ponen fin a la paz de Asgard. Una noche, Flare se dio cuenta que en el dedo de Hilda un extraño anillo de oro que nunca antes había visto, y la mujer había cambiado casi simultáneamente de actitud, mostrando sus nuevos deseos de conquista y declarando la guerra a Atenea para obtener territorios más cálidos para su pueblo. Inmediatamente Flare sospechaba que se había producido un cambio, y trató en vano de hacer entrar en razón a Hilda, a continuación, trató de convencer a Hagen y Siegfried que no la siguieran, pero ambos la ignoraron, obligados por los deberes relacionados con su rango. Hilda dejó de ejercer sus funciones hacia Odin y como resultado el hielo de Asgard y los Polos había empezado a deshacerse con el consiguiente aumento del nivel del mar, causando inundaciones y desastres.

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Cuando la guerra contra Atenea ya parecía inevitable, Flare desesperada volvió a hablar con Hilda, sin embargo, esta la hizo encerrar en las mazmorras del palacio. Esta esclavitud fue providencial, porque Flare sabía que un joven había sido capturado acusado de espionaje, y que se encontraba en muy mal estado después de haber sido torturado para hablar.

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Tras curar sus heridas, Flare vio la pureza en sus ojos y comprendió que se trataba de un Saint de Atenea. Convencida de que podría prevenir la guerra y hacer que Hilda volviera a ser la de antes, Flare solicita a Hyoga del Cisne que la lleve junto a Atenea.

Los dos escapan del palacio juntos. Descuidada por lo que equivalía a traición, Flare es guiada por Hyoga hasta Atenea, venida a Asgard con sus Bronze Saints, Pegaso y Andrómeda. El cosmos puro y caluroso de Atenea le hizo comprender que había hecho la buena elección, y Flare no dudó cuando se encontró frente a Hilda y sus guerreros divinos, aceptando ser considerada traidora infame. Inconscientemente, trató de convencer a su hermana a renunciar a sus intenciones, asistiendo llena de amargura a la confrontación entre los God Warriors y los Bronze Saints en vano.


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Luego, al ver el anillo en el dedo de Hilda, Atenea lo reconoce como el anillo de los Nibelungos, capaz de subyugar la voluntad de quien lo lleva, y supuso que Hilda era prisionera de una fuerza maligna. Ahora que el comportamiento extraño de su hermana había quedado claro, Flare esperaba que los Caballeros de Atenea lograran salvarla antes del deshielo. Para evitar ese riesgo, Atenea decidió someterse al clima glacial de Asgard para orar a Odín, sabiendo que no iba a sobrevivir a la noche. Impresionada por su espíritu de sacrificio, Flare decidió quedarse junto a ella para orar con el pequeño Kiki, un aprendiz que acompaña a los caballeros. Unas horas más tarde, Kiki tuvo una visión de Hyoga luchando en una cueva volcánica. Flare comprendió que luchaba contra Hagen y desesperada corrió hacia alli preocupada por la vida de ambos. Cuando finalmente llega a la cueva, encontró a Hagen listo para acabar con la vida de Hyoga, y logra detenerlo. Flare trata de hablar con Hagen de Hilda pero el guerrero, acechado por los celos y la certitud que entre ella y Hyoga había algo, no escuchó sus palabras y pensó que ella había sufrido un lavado de cerebro. Hagen decidió cabar con el enemigo, pero Flare se colocó ante él para protegerlo con su cuerpo.

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Ahora cegado por la ira, Hagen le pidió a Flare que se apartara, pero ella se negó, decidido a no traicionar no sólo Hyoga, sino también al deseo de paz en el que ella creía. A regañadientes Hagen cumple su deber y lanza su golpe secreto contra la chica y Hyoga. El Caballero del Cisne logra salvarla, pero la acción de Hagen reaviva el conflicto con toda su violencia, presionando a Hyoga a darlo todo para obtener la victoria y la derrota del enemigo. Herida y destruida por el dolor, Flare se arrastró entre sollozos hasta que el cuerpo sin vida de Hagen, con quien estaban ligados todos sus recuerdos, y se desmayó. Hyoga confia a la joven a Kiki, recién llegado, quien la lleva a una cabaña en el bosque para curarla.

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Hagen es el encargado de cuidar de Fler quienes se conocen desde pequeños y son inseparables quienes parecer ser una gran pareja.

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MITOLOGÍA NÓRDICA: ORIGEN DEL UNIVERSO

Según la mitología nórdica, en un principio no había ni tierra ni un cielo sobre ella, sino un gran abismo neblinoso en el que surgía una fuente. De esa fuente fluían doce ríos, cuyas aguas se helaban cuando se habían alejado lo suficiente de su fuente.

Hacia el sur se encontraba el mundo de la luz, cuyos vientos cálidos fundían el hielo. De los vapores que se formaban nació Ymir, el gigante de la escarcha y su progenie, y la vaca Audhumla. Ymir se alimentaba de la leche de Audhumla, y ésta sobrevivía lamiendo la escarcha y la sal del hielo. Un día, cuando estaba lamiendo el hielo, apareció el cabello de un hombre; el segundo día, la cabeza; y el tercer día, el cuerpo entero. Su nombre era Buri, y no tenía ni padre ni madre. Buri tuvo un hijo, Bor, que tomó como esposa a Bestla, hija de un gigante de la escarcha, Bolthorn. Bor y Bestla tuvieron tres hijos: Odín, Vili y Ve, tres dioses. Los tres hermanos mataron a Ymir, y con sus restos crearon el mundo que conocemos. Del cuerpo de Ymir formaron la tierra, y de su sangre, el mar. Con sus huesos formaron las montañas; con su pelo, los árboles; con su cráneo, el cielo; y con su cerebro, las nubes. Finalmente, a partir de sus cejas formaron Midgard. Odín reguló los días y las noches colocando en el cielo el sol y la luna. Los rayos del sol hicieron que surgieran y crecieran plantas. A pesar de la gran belleza del mundo que habían creado, los dioses sentían que estaba incompleto: le faltaban los hombres. De un fresno crearon al primer hombre, al que llamaron Aske, y de un aliso crearon a la primera mujer, a la que pusieron por nombre Embla. Posteriormente, los dioses concedieron a esta primera pareja diversos dones: Odín les concedió la vida y el alma; Vili, la razón y el movimiento; y Ve les regaló los sentidos, la expresión y el habla. Aske y Embla se instalaron en Midgard, y fueron los progenitores de toda la humanidad.

Además de dioses, hombres y gigantes existían otros seres. Los elfos, en concreto los llamados elfos de la luz, eran criaturas claras que vestían ropas delicadas. Amaban la luz y poseían poderes, aunque eran inferiores a los dioses. Generalmente ayudaban a la humanidad, Los elfos estaban asociados a Frey, el dios de la luz, y vivían en Alfheim. También existían otras criaturas, los elfos negros o de la noche, que son conocidos como los enanos. Eran de piel oscura, nariz larga y aspecto desagradable. Ellos evitaban la luz del sol, que les convertía en piedra, por lo que sólo se les veía de noche. Vivían en cavernas subterráneas. Su existencia se origina en los gusanos producidos por la carne de Ymir; posteriormente, los dioses les otorgaron aspecto más humano y sabiduría. Conocían los poderes de la naturaleza y las runas. Eran trabajadores destacados del metal y la madera, y de hecho realizaron muchos trabajos para los dioses, como Mjollnir, el martillo de Thor, o el barco Skidbladnir que entregaron a Frey. Este barco era tan enorme que en én entraban todos los dioses con sus armas e instrumentos, pero que podía ser plegado, y al hacerlo, cabía en un bolsillo.

Los elfos y los enanos no suelen protagonizar muchas historias de la mitología nórdica, pero en algunas son los personajes principales. En cierta ocasión, uno de los enanos, Alvis, recibió como recompensa por las armas que había forjado para los dioses la promesa de que se casaría con Thrud, la hija de Thor. Sin embargo, Thor no deseaba a un enano como marido para su hija, así que le sometió a una prueba de sabiduría, que alargó hasta la salida del sol. En cuanto la luz del sol cayó sobre él, Alvis se petrificó. De esta manera, Thor evitó el matrimonio.