« Back to Album
 
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
Dulzura derrochó en la sonrisa dibujada por sus labios, puesto que de su mirada nada puede emerger, siquiera la compasión por quién mucho padece. Diferentes por un mandato desconocido, a pesar de las diferencias algo quizá comparten; la ausencia de algo que parece importante como la justificación de la propia alma, esta ha de ser la única piedad que puede regalarle.

— Aunque son muchas las identidades, algunas incapaces de ser dichas con la lengua que compartimos, puedes llamarme Gaikokujin; así es como pretendo ser conocido —musitó con la calidez de un demonio, la amabilidad de alguna deidad que ha caído por pozos abismales, mas nada de su perdida divinidad posee él que no es diferente a un vulgar hombre que necesita por las noches descansar y por el día trabajar.

Ofreció finalmente la diestra, ese cuyo tacto es tan gélido como un muerto y tan liviano como quién no posee corazón.

— ¿Cómo debería llamarte a ti, que has nublado la belleza de tu mirar con angustia?
 
Send Comment

Add a comment...
 
Send Comment