« Back to Album · Next »
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
Fl1558148 · M
Los brazos del abismo hubieron de soltarlo, superados por la fuerza insólita que la voluntad de Flauros opuso ante sus caricias de hierro y hielo; pronto, el esfuerzo rindió frutos, ayudado por esa voz enloquecedora que parecía provenir de todas partes y de la nada a un tiempo, insidiosa, sibilante.
Sí... Vuelve, Flauros, y reclama tu puesto en los infiernos... Reinarás de nuevo, y ahora, nada ni nadie podrá volver a lastimarte... Has aprendido la lección.
Flauros, cegado por el caos, ni siquiera asentía; concentraba cada ímpetu, cada amargura, cada reproche de su ser, en la volición de su escape, hasta que fue imposible seguirlo reteniendo por más tiempo y el tejido de lo material se rasgó para vomitar un engendro nuevo, desnudo, repleto de cicatrices pero indudablemente vivo; alimentado por el odio y el resentimiento, pero vivo al final. El frío y húmedo pavimento lo recibió, y la lluvia comenzó a lavarlo, aún cayendo sobre las calles de aquella ciudad desconocida.
Sí... Vuelve, Flauros, y reclama tu puesto en los infiernos... Reinarás de nuevo, y ahora, nada ni nadie podrá volver a lastimarte... Has aprendido la lección.
Flauros, cegado por el caos, ni siquiera asentía; concentraba cada ímpetu, cada amargura, cada reproche de su ser, en la volición de su escape, hasta que fue imposible seguirlo reteniendo por más tiempo y el tejido de lo material se rasgó para vomitar un engendro nuevo, desnudo, repleto de cicatrices pero indudablemente vivo; alimentado por el odio y el resentimiento, pero vivo al final. El frío y húmedo pavimento lo recibió, y la lluvia comenzó a lavarlo, aún cayendo sobre las calles de aquella ciudad desconocida.
Add a comment...