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Fl1558148 · M
I am sin incarnated. Don't you think so?
Sinful.~
Fl1558148 · M
Mas entonces, ella lo atrapó con las piernas, forzándolo (casi como acto reflejo) a bajar las manos para atraparla; sin dudar, ambas se posaron sobre el trasero femenino, adueñándose de él como había hecho con el busto, masajeándolo sin cesar al tiempo de ayudar a sostener el peso de su amante. Como si hubiera estado esperando tal señal, su pelvis se acomodó de inmediato entre los muslos de la joven, abriéndose paso hasta que el roce entre ambos cuerpos fue tan pronunciado como flagrante; el hecho de que el vestido de ella fuese tan corto solo ayudó a sus intenciones. Sus caderas comenzaron un balanceo lento, pero indudable, contra ella; cual si estuviese poseyéndola aún vestida, ignorando las barreras que aún los separaban.
Fl1558148 · M
Curioso, que a ella le había ordenado demostrarle aquello que le sucedía merced a la presencia del varón, y ella se había acomodado de inmediato al papel complaciente que él tanto adoraba; por supuesto, no había motivo de queja en ello, pero aún se permitió sentir ligera sorpresa por la forma en que se iba desenvolviendo la situación. Aunque, en realidad, ella cumplía a medias: pues pudo sentir a la perfección, bajo sus manos, cómo las cumbres iban despertando y coronándose de sendas protuberancias que poco o nada eran disimuladas por las ropas; cosa que le hizo sonreír en la primera oportunidad - aquella dada por su mujer al emitir aquel murmullo -, al tiempo de buscar estimularlas con los dedos, frotándolas por encima de las capas de tela. Mientras tanto, de besarla, pasó a mordisquear su labio inferior, rápidamente adelantándose después a su cuello; o al costado, más bien, lugar donde dejó huella de sus dientes.

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Dev1558146 · F
— Mmmff... — Soltó en un murmullo que bien podía pasar desapercibido debido al ruido del agua caer; las atenciones que sus montés recibían no hacían más que incrementar el deseo y las ganas, apremiandola a mover más y más rápido su lengua contra la de él. Quería comérselo, necesitaba devorarle los labios... Pero no podía. No aún.

Sin avisarle se colgó de su cuello segundos antes de dar un salto y atrapar la cintura ajena con sus piernas. El vestido de por sí le quedaba corto así que con tal movimiento no hizo más que subir otro poco, dejando a la vista sus muslos. Su vientre acusaba un calor nuevo y delicioso que nacía apenas, poco a poco y recorría gran parte de la pelvis; para no quedarse atrás los botones comenzaron a marcarse bajo la tela, alentados por la excitación de tan lento y tortuoso masaje. Esperaba que él lo notará, sabía lo mucho que le gustaban esas señales que le hacían saber los resultados satisfactorios de sus brusquedades.
Dev1558146 · F
El recorrido de las manos contrarias sobre ella hicieron que su cuerpo se estremeciera levemente, no tenía frío - a pesar de que la lluvia estaba helada - así que aquél involuntario movimiento no podía confundirse con otra cosa. ¡Vaya que adoraba sentirse así! Por algo dejaba que él tomara el control de la situación y la dominara, había encontrado placer en ser sumisa, en cumplir los caprichos y las demandas de su esposo. En amarlo y en dejar así que fuera feliz amandola a su peculiar manera.
Fl1558148 · M
Así, alcanzaron los hombros, demarcándolos en una caricia presurosa; y el camino prosiguió, dibujado por sus dedos inquietos, hasta encontrarse con las cumbres que las ropas ajenas, empapadas, no hacían sino resaltar. Sobre ellas se posaron, tomando dominio, atrapándolas en sus palmas abiertas a fin de comenzar a dedicarles sendos masajes; sus yemas se hundieron en la tela húmeda, logrando que el contacto fuera intenso; y su boca acompañó perfectamente la celeridad de sus manos, pareciendo querer devorar a su opuesta y profanarla, como su lengua, a manera de invasora impúdica, lograba al frotarse con su homóloga en forma insistente y maliciosa.
Fl1558148 · M
Aquella respuesta lo satisfizo en grado sumo. Envueltos en las sombras, lejanos del escrutinio de los transeúntes: aquel parecía ser el lugar ideal para dar rienda suelta a sus pasiones, así algún indiscreto lograse captar sus actos e intentara ser partícipe. Aquello le tenía sin cuidado, al grado de que la idea ni siquiera pasó por su mente. Toda su concentración estaba puesta en Artemisa, en dominarla, demarcar su territorio con la mera presencia imponente y soberbia que exudaba. Sin embargo, eso no le impidió ceder ante la urgencia de su "minina", dejándose atraer sin reparos para permitir la unión: sus labios encontraron los ajenos, los devoraron, comenzaron a beber del aliento ajeno con alevosía y hambre evidente; sus manos, incapaces de permanecer quietas, bajaron desde la pared hasta los hombros de la joven, sosteniendo su rostro por breves instantes antes de continuar el rumbo.

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Dev1558146 · F
— Me gusta mucho más comerte a ti... — Murmuró con seguridad, viéndolo fijamente. Él no la intimidaba, eran seres de la misma calaña.

Colocó su mano sobre la tela que cubría el torso masculino y jalando de la misma logró que ambos pares de labios colisionaran sin remedio. No se contuvo ni un segundo, movió con vehemencia sus fauces, besándolo apasionadamente mientras su otro brazo lo rodeaba por el cuello e intentaba acercarlo lo más posible a ella, lo quería entero.
Dev1558146 · F
Reprimió lo mejor que pudo una risilla nacida de la expresión del contrario que parecía no haberse tragado la mala actuación de Chordeva - o no importarle la misma - y ladeo levemente la cabeza a punto de decir algo cuando sin avisar él la comenzó a empujar.

Sus tacones sonaban contra el asfalto mojado, introduciéndose en pequeños charcos esparcidos por el camino que él la obligaba a tomar. Cuando al fin estuvieron en el resguardo de un callejón la luz de las farolas dejó de alumbrarlos y lo único que Deva pudo distinguir con claridad fue el brillo en los ojos de su amante; un resplandor lujurioso que amenazaba con tragarsela entera.

Los saltos que la menuda figura femenina dio a continuación fueron resultado de su nueva jaula. Había quedado atrapada entre los brazos fornidos del Duque pero lejos de tener miedo empezaba a sentir esa adrenalina que con anterioridad había captado en él; se incrementó aún más con el oír de las palabras ajenas.

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