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Oh, vamos. No me mires así. ¿No fuiste tú quien comenzó a provocarme? ¿Quien coqueteó con aquellos pobres idiotas, haciéndoles creer que tenían una oportunidad de estar entre tus muslos? Pero ese es mi lugar, minina; así que voy a tomarlo donde y como me plazca; como debe ser.

#FladevaGoodNight
 
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Fl1558148 · M
Dolor y placer: una mezcla habitual que solía teñir los encuentros de ambos, y ésta no fue la excepción. Los dientes de su esposa casi traspasaron la tela por la vehemencia con la que se clavaron en él, ocasionando que un delicioso, flagrante estremecimiento lo recorriera por completo, erizando su piel merced a la deliciosa mixtura de sensaciones que lo acosaron. Estaba el ardor punzante de la mordida; también, la intensa, tan absorbente presa alrededor de su sexo que lograban enloquecerlo; y, por supuesto, esos gemidos traicioneros, imposibles de acallar del todo, que su esposa intentó ahogar con mediano éxito. Aquello era un festín para sus sentidos. El chocar de los cuerpos provocaba un sonido obsceno, realzado por el ímpetu de sus caderas al aumentar el ritmo; pues, gradualmente, fue subiendo la fuerza y rapidez, haciendo caso omiso de las protestas, claras o no, que Deva tuviera. Todo en ella iba llevándolo a la locura.
 
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