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Fl1558148 · M
Deva tenía más experiencia que él en el mundo humano. Mas, ¿sería esa una excusa para su proceder? El instinto dominante de Flauros había despertado no bien ella comenzó a dar muestras de su tendencia a jugar con la "comida"; a medias divertido, a medias celoso, había esperado la primera oportunidad para arrastrarla consigo a un sanitario y, sin preámbulos, lanzarse sobre ella para marcar su territorio. Sus manos se asieron a los muslos de la chica; su cuerpo rápidamente encontró refugio entre ellos, y pronto se halló forcejeando con su esposa, en una imitación salvaje del juego previo; donde ella le aceptaba y rechazaba a un tiempo, mientras él presionaba, ganaba terreno, lograba minar sus defensas. El roce entre su asedio y la muralla que lo esperaba con mal fingido rechazo se acentuaba a cada minuto: la temperatura subía acorde, y el acto se convertía en una lucha de voluntades, aunque la reticencia de su mujer parecía obedecer más a orgullo que a voluntad.
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