Come to my arms and kiss me. Leave your clothes and your inhibitions behind; bring only your desire for me, for my body, for my whole self. Come and surrender to me while I bow down to you.
Ah, mi pecado; entonces, compláceme, te quiero boca abajo. Así acusarás la dominación de mi peso sobre ti, y tu espalda sentirá mil veces el acoso de mis labios; sumisa, entregada, podrás sentirme entre tus muslos y el sonido de nuestros cuerpos hará estrépito tal, que ni los aullidos de Baator podrán silenciarlo. Cumple mi capricho; ríndete. Dame las llaves de tu pórtico.
Solamente ante ti me rendiría de tal forma, vicio mío. De una u otra forma, arriba o abajo; a tu antojo, a tus ordenes yo te entregaría cada jadeo nacido del placer en mi vientre. La llama de nuestra pasión nos consumiría solamente para renacer de las cenizas e iniciar el ciclo más delicioso que inició desde hace tanto tiempo atrás y que amenaza con no tener fin.
Toda la noche, por supuesto; quiero que la luna se ruborice y el viento intente colarse por nuestra ventana, en un vano intento de mitigar el incendio de nuestro lecho. En los abismos, seremos una llama incandescente, lasciva, que escandalice a los mismos demonios por la intensidad de nuestra pasión. Devórame. Deja surcos en mi piel. Arráncame la vida y déjame quitártela en suspiros.
Estoy rendida ante ti, mi Lord. Ante tus encantos, tus atenciones y esas manos que me elevan con cada roce. ¿Me darás otra de esas noches? Donde los rincones de la habitación serán testigos de nuestra pasión sin medida... Y de tu naturaleza salvaje que no me otorga clemencia.
