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Fl1558148 · M
Ni tardo ni perezoso, aprovechó la cercanía que Chordeva había propiciado para adueñarse de ella, con ambas manos dibujando la sinuosidad de su espalda en una sola ruta ininterrumpida; el objetivo sería claro, y pronto llegó a él, hallándose con las palmas amoldadas a la suave retaguardia de su amada, con intenciones de liberarla y disfrutar de la "sorpresa" que ella le había ofrecido. La tela se arrugó bajo sus dedos impacientes, amenazando con ceder ante su inquietud; y, por si no bastase con tales señas, Flauros añadió, con esa voz tan masculina y grave que ya había azuzado a su esposa en tantas otras noches.
Mmm... Puedo esperar para tu primera sorpresa, pero no para ésta. Será mejor que me la reveles pronto, ¿o prefieres ver tus hermosas prendas desgarradas y perdidas sin remedio? No juegues con fuego, o podrías quemarte...
Mmm... Puedo esperar para tu primera sorpresa, pero no para ésta. Será mejor que me la reveles pronto, ¿o prefieres ver tus hermosas prendas desgarradas y perdidas sin remedio? No juegues con fuego, o podrías quemarte...
Fl1558148 · M
Un vistazo raudo bastó para acrecentar el fuego de su vientre. No importaba lo que ella vistiera, las ropas siempre le ajustaban como un guante; amoldándose perfectamente a sus curvas tentadoras y pronunciadas, deleitándolo, incitándolo. Flauros se mordió el labio inferior en un claro gesto de coquetería, acompañado por el arco que su ceja izquierda dibujó al escuchar la promesa de goce que ella lanzó a su oído; pero, más allá de esas señales, hubo una aún más traicionera y obvia: el escalofrío que recorrió su cuerpo entero con el simple hecho de escucharla tan cerca, tan incitante. Su piel había comenzado a erizarse desde que ella había empezado el recorrido que terminó en el oído del varón; pero el culmen llegó al sentir la caricia del susurro, desatando una pasión que solamente nacía para ella, presta cual cazadora en espera de cualquier oportunidad para liberarse. La invitación apenas lanzada sería un pretexto adecuado para ello.
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Fl1558148 · M
Muy probablemente, jamás dejaría de sorprenderse con la facilidad que Chordeva tenía para cambiar las tornas de la situación: no hacía más que unos segundos atrás, se hallaba comprensiva, intentando consolarlo; y ahora se encontraba encima suyo, dominándolo con su peso, aprisionando los costados de sus piernas con las propias. La mirada de Flauros acusó un cambio inmediato; tras el leve matiz de duda que la había empañado, despertó un brillo distinto e innegable, uno que su esposa ya conocía a la perfección tras largos años de convivencia, lujuria, y sobre todo, amor: el deseo. Por un momento, los iris carmesíes mutaron al azul propio de su forma demoníaca, refulgiendo con voracidad mientras recorrían el cuerpo aún cubierto de su mujer; y, junto con esa muestra obvia de ansiedad, la sonrisa maliciosa de su rostro hizo acto de presencia también.
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Dev1558146 · F
Sin previo aviso mordió el inferior ajeno con suavidad y tiró de este un poco, una sonrisa pícara se dibujó en sus rosados labios antes de soltarlo y añadir: — Pero te puedo dar otra sorpresa que seguro te gustará también. — Murmuró como preludio a la acción siguiente; se colocó encima de él, en su totalidad, ambas piernas a los lados de la cadera ajena. Su boca se deslizó por la nívea piel del Duque hasta que se hizo de su oído y pudo pedir con un tono de voz empalagoso: — Vamos a jugar, master. Tu sorpresa está bajo mis prendas. ~
Dev1558146 · F
— Es normal, estás destinado a grandes cosas... — Intentó desviar un poco el tema pues podía entender la presión que el sentía, Chordeva estaba segura de que su esposo podía realizar cualquier azaña que se propusiera y, con tal de asegurar aún más eso, ella siempre iba a estar apoyándolo y espiando las cartas de los demás por él, obviando sus debilidades. — Oh cielo... Será una sorpresa, no comas ansias.
Dev1558146 · F
La presión que Flauros empleó sobre el cuerpo de Chordeva la llevó a pegar su torso aún más al contrario, podía sentir perfectamente que ambas cumbres se oprimian por el peso de su cuerpo que cada vez cedía más, logrando así que se recargara en su totalidad. Recibió el beso furtivo con una pequeña sonrisa, conteniendo las ganas de regresarselo de un modo más profundo pues las ansias apremiaban y era bien sabido que la duquesa no medía su lujuria cuando se trataba de él; lo escuchó hablar con ese timbre tan seguro y se sintió aliviada de ello, demostrandolo con un suspiro profundo.
Fl1558148 · M
Creo que es la vastedad del asunto lo que me preocupa. Esto va más allá de las esferas infernales; el mismo Averno puede verse involucrado, o los terrenos celestiales. Hay demasiado en juego. Me desespera estar inmerso en algo donde no tengo todas las piezas al alcance... Pero hemos prevalecido antes, y esta no será la excepción. Así que, mi dulce pecado, dime: ¿qué tienes en mente? ¿Cómo podrás animarme? Espero con ansias saberlo...
Fl1558148 · M
Sin embargo, pronto se vio desmentido, cuando ella se detuvo para simplemente rozar sus labios contra los de él; su sonrisa, entonces, se acentuó más, sabedor de que ella probablemente tenía alguna travesura o doble intención en mente. Por ello, se resignó a mantenerse a la expectativa; si bien se permitió robarle un pequeño beso antes de enunciar su respuesta, que ya mostraba la entereza de su carácter en la seguridad de sus palabras. Sus dedos hicieron presión sobre el cuerpo de Chordeva, aferrándose a ella mientras contestaba; su voz, sonando más como la propia del orgulloso Duque que es.
Tienes razón; solamente he perdido la perspectiva.
Admitió, negándose a separarse y romper el roce. ¡Cómo anhelaba el sabor de su amada! Mas se contuvo; sabía que probablemente tratarían un asunto de grave importancia.
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Tienes razón; solamente he perdido la perspectiva.
Admitió, negándose a separarse y romper el roce. ¡Cómo anhelaba el sabor de su amada! Mas se contuvo; sabía que probablemente tratarían un asunto de grave importancia.
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Fl1558148 · M
Ante tales muestras de preocupación y coquetería, ¿cómo podría mantenerse en la aprehensión? Flauros cedió lentamente, haciendo descender su mano hasta la espalda baja de su esposa; de esa forma pudo abrazarla con firmeza, comenzando a hacer gala del aplomo y carácter que eran más característicos en él, en contraposición con esos indicios de ligera flaqueza que había demostrado al inicio de la escena. Asimismo, su diestra se adelantó para recoger el cabello de Chordeva - que comenzaba a derramarse como una lasciva cascada rosa, amenazando con opacar su rostro - y colocar un mechón fugitivo detrás de su oreja; no deseaba perderse detalle de sus facciones, de su voz o de su cercanía, como bien demostró al hacer ademán de levantar el rostro para encontrarse con ella en un beso, como parecían ser las intenciones de ella.
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Dev1558146 · F
[...] Cualquiera creería que estaba coqueteando con él, y aunque la idea no era del todo desacertada, la verdad yacía en que la hábil mente de la pelirosa ya estaba empeñandose en tramar un plan para hacerle sentir un poco de estabilidad, para darle "cartas". ¿Quién sería el afortunado de recibir una visita hecha por ella? Tenía que ser uno al que pudiera explotar de alguna forma.
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