Ya lo verás.

—¿Y adónde vamos? Espero que a un lugar donde tú, invites los tragos, guapa.

-No respondió a aquello, tal vez porque no hacía falta, tal vez porque quería simplemente encomendar aquella noche al destino que estaban mencionando. Se limitó a atraparla de una muñeca, jalando de esta para guiarla a través de las calles nocturnas de Nueva Orleans.-

—Claro, me encantaría acompañarte, linda. Quizá luego podamos ir a comer algo, el porro me da hambre a decir verdad.

El destino es sabio... y peligroso. -Volvió a reír, ahora soltando su cuello para tomar distancia.
¿Y para dónde ibas? ¿O qué? Yo iba directo a una fiesta. ¿Quieres acompañarme?

Una pitada a aquel armado. Contuvo unos segundos el humo y luego lo soltó, sintiendo cómo sus músculos se le relajaban.

—Andaba paseando y te vi por casualidad. Quizás sea algo del destino, no sé. ¿Tú qué dices?

-Al escuchar su voz estalló en una risa pícara. Estaba sumamente fumada, por lo que no iba a fingir que no la reconocía.-

Mi habilidad con la adivinación no interfiere con mi gusto por la vida nocturna, ¿sabes? -Respondió para disminuir la carcajada. Se acercó a ella con confianza, rodeándole el cuello con el brazo, y alcanzándole el armado con la mano libre.

Ten, ten, está buena... ¿Qué haces por aquí? ¿Eh?

—¿Eso es marihuana o tabaco? Bueno, sea lo que sea, ¿me convidas? —había sonado como una niña, y al instante se dio cuenta.

Se le habían acabado los cigarrillos y cada vez estaban más caros. Si tenía oportunidad, no iba a gastar en ellos.

—Estuviste de fiesta, por lo que veo. ¿Es común en los adivinos o sólo es una maña tuya, cielo?