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Sin noches de descanso, sin sueños calmos. Sólo pesadillas que llenan la pobre mente de una joven con delirios de demonios monstruosos con los cuales está destinada a ser atormentada. No hay un punto de remordimiento en el que se pueda ver salvada por la eufórica catástrofe vengativa que porta. Porque incluso si cazara a todos los seres oscuros del mundo aún vería sus adentros como nauseabundos vestigios de ese infame traidor que le quitó la inocencia hará tantos y a la vez tan pocos años.
 
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FeiSalat · F
-Tiene miedo, no, no sólo miedo, está preocupada por su vida y, tal vez, por la del hombre con quien tuvo que aliarse. Es imposible, incluso para una chica como ella, pensar siquiera en sacrificar una vida para salvar la suya. Ese es su juicio hacia él.- Suerte. -Murmura para ambos. Porque no dependerá sólo de sus decisiones, sino de que el plan se complete. Coloca una de las latas de queroseno ya embarrada en el líquido frente a la ventana opuesta de donde cree sentir la llegada de las terribles bestias, luego trata de irse por ese lugar con su rifle cargado. No lleva nada más que su propio kit personal, no quiere ser realentizada por nada. Sólo espera que su aroma a sangre no sea presa de los animales. Pero tal vez la suciedad residual del combustible que estuvo colocando lo ofusque. Sólo quedaría una última cosa por hacer si llegara a alejarse lo suficiente. Esperar a que aquellas bestias se adentraran en el lugar para colocar la chispa a punta de rifle.-
FeiSalat · F
-Se concentra en las palabras del vampiro, debe hacer un esfuerzo para concentrarse en el plan mientras el rastro abruma sus sentidos. Se sobresalta, no sólo por sus destrezas sobrenaturales, sino también sus movimientos. Se queda algo anonadada, entonces comienza a asimilar todo en lo que dijo como si reviviera algo instintivo en su humano más primitivo. Un momento de silencio, apenas un segundo eterno antes de volver a fruncir el ceño, esbozando una sutil sonrisa al mencionar.- ¿Seis?¿Te cuentas entre ellos? -Con esas palabras en un tono tan dulce como indiferente decidió acomodar el lugar, revisando que nada causara el incendio de forma accidental. A la par de ello echó el queroseno entre los muebles, maderas y basura inflamable. Se apura, pero aún así trata de guardar el detalle de empapar las paredes y los marcos de aberturas.- Con un disparo encenderé todo. Si sobrevives ve al Sureste, hay un cementerio abandonado al fondo de la arboleda.
(...) un esbozo de absurda confianza. Mientras tanto, las garras golpeaban rocas para afilarse, los aullidos se escuchaban más cerca y el golpe de fuertes y robustas patas golpeando el suelo se hacía audible. Era el galopar de la muerte vistiendo la piel del lobo y con la astucia oscura del hombre.
Pasos hacia atrás, silenciosos y casi imperceptibles. Su pensamiento trabajó tan rápido que no respondió sino hasta segundos después. Su ojo se abrió con sorpresa y olvidando la frustración comenzó a tramar. - Ellos sabrán hacia dónde nos moveremos... pueden olernos. - se giró para encarar a la cazadora. - Si son jóvenes podría encargarme de dos. Tal vez con mucha suerte a tres... pero una cosa es pelear con ellos y otra cosa es derrotarlos. - recordó lo que acababa de mencionar.- ¿Queroseno? Excelente... Yo me quedaré aquí. Tú quemarás todo el lugar. ¿Puedes hacerlo? - cuestiona, todo entre susurros. Haciendo que su sangre alimentase su cuerpo y le llenara de fuerza. Así mismo puede verse como el ojo único resplandece de avellana y la tierra asciende por su cuerpo fortaleciendo su carne. Ahora, parches de piedra le recubren para ayudarlo a resistir. - Seguro que te gustaría matar a seis de un tiro. - y se sonríe, ocultando la preocupación en (...)
FeiSalat · F
En un principio la noche no le permite observar bien el panorama, pero pronto le es fácil divisar la sed de sangre como si fuese parte de un instinto furtivo nato, su ojo parece enfocar a pesar de la penumbra, puede ver el movimiento de los pastizales casi como si el sol persiguiera a esas pestes sobrenaturales. Su respiración se hace lenta, incluso aunque su ojo siga sangrando, las gotas caen sobre la propia tela de su traje y la frialdad la mantiene alerta en su objetivo, tensa.-
Si nos quedamos aquí nos van a rodear. -Se apartó al instante, manteniendo el rifle colgando contra su cuerpo, sostenido por su pequeña mano enguantada al momento de acercarse a la mesa en cuclillas, a fin de buscar el combustible.
Entonces se giró hacia el mayor.- ¿Cuántos puedes encarar a la vez? -Un leve temblor en su timbre destaca la preocupación de la chica, quien parece estar asimilando su muy posible muerte, o el propio dolor que contiene en su interior.-
FeiSalat · F
-Una leve mueca de victoria se ve plasmada en la chiquilla, quien acaba de descubrir el placer de irritar a un chupasangre. Si tan sólo verle el rostro al responder la llena de una sutil felicidad, que pronto se agota con el sonido de los aullidos. Por poco y su rifle se dispara solo, el dedo se aparta del gatillo mientras busca esconderse tras una cobertura próxima a la ventana, pero lejana del hombre. Parece que en ese momento la rivalidad y el odio no son lo que más se puede destacar entre ellos, sino la preocupación de un mal mayor, por lo que no piensa siquiera en encargarse del vampiro mientras está distraído.- Este es otro error tuyo. -Afirma con cautela, con un tono más suave.- El queroseno no va a alcanzar para quemar a los cinco. Con mucha suerte a dos. -Parece estar contándolo a él también mientras asoma la vista de soslayo por la esquina de la ventana.
(...) fe en un vivo que los purga.
- ... te recomiendo ahorrar tus balas. - aconseja dando lentos pasos hacia afuera de la cabaña. Para muchos eso sonaría como un lobo más, pero para el rumano y posiblemente para la joven, el instinto daría la respuesta correcta.
O al menos es mejor ser un maníaco desconfiado que un cadáver despreocupado.
Auspex se manifiesta, el viento sopla con lentitud y el mundo se convierte en una maraña de colores y patrones cambiantes, sutiles y pálidos en su mayoría. Pero la rabia de intensas masas de auras se pueden percibir en la distancia; cuatro para ser exactos.
- Oh... ¡Mierda! - se queja, maldiciendo su suerte. - Son cuatro y muy enojados. Espero que sean jóvenes como el último. - pide que dentro de tanta mala fortuna haya algo de piedad.
La pregunta de la cazadora parece haber golpeado algo más que el simple orgullo del inmortal. Se lo puede leer como un libro abierto en su expresión, presionando el entrecejo, torciendo la comisura de sus labios y presionando los puños.
Parece ser que, irónicamente, esas palabras sacaron su lado más humano apaciguando a la Bestia al distraerle.
- Eso no te importa. - responde contundente y cortante. Esas palabras parecen cargadas de mucho más que el simple rechazo por su humanidad; lejos de eso, tienen el peso del arrepentimiento.
- Lo que... - un nuevo aullido rompe la tensión del momento como un hilo. Aziz se encontraba apuntando a la cazadora con el índice diestro cual adulto que reprende a alguien más joven, pero ante ese aullido dedicó una mirada a la cazadora y entonces se giró dándole la espalda.
Un error grave, si. Pero tenía fe en dos cosas: que ella no le atacaría y que de hacerlo él podría defenderse.
Otra ironía, un no muerto impío teniendo (...)
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Ella, al igual que él, se recarga en una superficie, en este caso contra el borde de la mesa. Pensó entonces el por qué no reaccionó de forma agresiva cuando se puso de pie. No es lago lógico en la actitud de un cazador, casi pareciera que lo está subestimando, pero no, es sólo que su instinto le pide no hacer el primer movimiento para atacarlo o someterlo, que realmente no es ella quien tiene el control.
Luego de un par de segundos respirando, habla con la voz más apagada, no más débil en su volumen pero si en su timbre.- Y dicen que los errores son algo humano. ¿Eso dónde te deja a ti, monstruo curioso? -El tono se vuelve despectivo casi al final, frunce el ceño y su ojo tan candente como un zafiro se entrecierra un poco. Si bien está rompiendo sus propios paradigmas de cazadora, es difícil mantener las emociones en paz en situaciones así. Su dedo hace un esfuerzo por mantenerse sin presionar el gatillo, termina apartándolo al sentir que le tiembla el pulso.-
FeiSalat · F
-En todo momento parece lista para disparar, incluso ahora que no está haciendo nada más que mirarlo, no se sorprende de que se reincorporara, pero si de que no esté bebiendo a estas alturas. El ojo de la niña está constantemente viendo cualquier mínimo movimiento del hombre que tiene delante en lo que escucha lo que cree un monólogo de caballero.
Deja que termine, no lo interrumpe en ningún momento, finalmente mira la bolsa de transfusiones, luego a él, pero evita verlo a los ojos por alguna razón. Cuando oye la última parte de su discurso, toma aire en un delicado suspiro, uno en el que se nota el temblor que intenta contener en su interior.- Romper los códigos es un error, ese error evita que te dispare.

El equilibrio de su cuerpo titubea un poco, la sangre de su lado derecho hace parecer que está llorándola, entonces tal vez no sean sólo los nervios y la tensión tan delgada que se esparce por el aire lo que la tiene distraía, es lidiar con dos "demonios" a la vez.

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