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Los precios de las garras. Una vida marcada con zarpa de fiera.
 
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—Estaba muy nervioso, se había acomodado la camisa junto a los pantalones calzones azules, que de forma igual al de los jefes y oficiales del Arma, con dos trencillas de oro en los costados y un escusón en la parte anterior del muslo. Se acomodó sus cabellos hacía atrás, peinado a lo improvisado y con la barba bigote suavemente rasurada, por lo menos ese rostro herido poseía cierta alegría al recibir visitas— Me sorprende que viniera, Katja Sokolova. Siéntese. —Era pésimo anfitrión, pero por lo menos la sirvienta ya estaba preparando el chai y demás. Se sentó en su sillón individual de lectura, no sabía ni que decir— Ehh....¿tuvo un viaje tranquilo?
 
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