No es malo... Fácilmente podría mentirte. -Pareciera que sus ojos inertes cobraron algo de movimiento, tras enfocarse en el semblante femenino. No estaba nervioso, mas no podía dejar escapar dicha experiencia de su alma, aún desconocida para él. Se bajó la pañoleta de la boca, y con los pulgares, acomodó mejor los anteojos de la azabache, soplando un poco en dirección a sus labios.- ¿Se entendió?
-Si para él era difícil expresar sentimientos, para ella, entenderlos era mucho peor. Sin embargo, en lugar de usar la lógica de su cabeza optó por seguir los instintos que llevaron ambas manos a sujetarle por las mejillas y frotar con sutileza ambos pulgares en su piel.- ¿Eso es algo bueno?
-Crap. Su habilidad para entregar halagos o referirse a alguien más es pobre, ni siquiera tiene alguna competencia para las palabras. Dar en boca un sentimiento ajeno al que sea de matar, no le es fácil.- Eres la tortura invisible... la que toma su propio tiempo para una ejecución... -Adelantó un poco más la rodilla, olfateando a su compañera en dicho acto.-
El mismísimo miedo... -Hizo una cadena de parpadeos que reflejaban que, como se debía suponer, no comprendía.- ¿No eres tú quien tortura y por eso te temen más que a mi?...
