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— ¿Estás diciendo que seguimos sin poder capturarlos? — Cuestionó con firmeza en la voz la ahora soberana de Xeivia; su mirada permanecía cargada de enojo pero no para con sus soldados, sino para con aquellos intrusos que osaban profanar sus tierras y asesinar a sus bestias. Debía interferir, si alguien tan fuerte como Salander no podía encontrarlos entonces no quedaba de otra. Protegería a su reino aún con su vida.
 
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FAs1564284 · F
Ériu fue capaz de leer la impotencia en las facciones de la fémina por lo que, sin perder el decoro, se levantó y emprendió un caminar grácil hasta ella. Ahora que tenía veintitrés primaveras su estatura no tenía nada que envidiarle a la de Salander por lo que fue capaz de verla a los ojos sin necesidad de levantar el mentón; su diestra se posó sobre el hombro de su general y tras un leve apretón anunció en voz alta: — Soy yo quien ha fallado, he puesto vidas en peligro cuando debería de haber acudido al frente en primer lugar. Por favor, guía mi espada a las líneas fronterizas. Juntas haremos que no deseen volver jamás. — Su voz permanecía en calma pero existía fiereza en su mirada.
 
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