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— ¿Estás diciendo que seguimos sin poder capturarlos? — Cuestionó con firmeza en la voz la ahora soberana de Xeivia; su mirada permanecía cargada de enojo pero no para con sus soldados, sino para con aquellos intrusos que osaban profanar sus tierras y asesinar a sus bestias. Debía interferir, si alguien tan fuerte como Salander no podía encontrarlos entonces no quedaba de otra. Protegería a su reino aún con su vida.
 
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S1564337 · 26-30, F
...regente para que sólo ella pudiese interpretar sus señas. —Tengo otra idea. ¿Qué tan buena es susurrándole a la tierra desde lejos?
S1564337 · 26-30, F
En cuanto la princesa inició su camino, Salander se levantó rompiendo con el saludo y la reverencia protocolaria. Se adelantó algunos pasos, interpretando que tenía permiso para hacerlo, provocando que la armadura chocase contra las baldosas de la habitación real. Reconoció que Ériu —como le gustaba llamarle en su mente—, había crecido no sólo en apariencia, sino en sus diferentes inteligencias y de cierta forma, sentía orgullo de ser parte de su desenvolvimiento. Aquella determinación en su mirada, provocaba admiración en la general. Sentimiento que se opacó por las recientes fallas que tuvo comandando al ejército. Bajó la cabeza, susurrando. — Su majestad... — levantó el rostro, también utilizando sus manos para comunicarse. —Lo lamento, pero, no puedo permitírselo. Es mi deber proteger su vida y el reino, no puedo llevarla al frente. Sin embargo... — giró el rostro. La mirada azulada se posó en los presentes y la corte. Sonrió, apenas un gesto, antes de acercarse a la
FAs1564284 · F
Ériu fue capaz de leer la impotencia en las facciones de la fémina por lo que, sin perder el decoro, se levantó y emprendió un caminar grácil hasta ella. Ahora que tenía veintitrés primaveras su estatura no tenía nada que envidiarle a la de Salander por lo que fue capaz de verla a los ojos sin necesidad de levantar el mentón; su diestra se posó sobre el hombro de su general y tras un leve apretón anunció en voz alta: — Soy yo quien ha fallado, he puesto vidas en peligro cuando debería de haber acudido al frente en primer lugar. Por favor, guía mi espada a las líneas fronterizas. Juntas haremos que no deseen volver jamás. — Su voz permanecía en calma pero existía fiereza en su mirada.
S1564337 · 26-30, F
[code]Pocas veces se había sentido tan impotente. Con la desgraciada noticia de su incumplimiento de deber, la general inclinó la cabeza ante la alteza y suspiró, antes de levantarse lentamente aún con la mano cruzando su estómago y la otra después, sosteniendo la capa de la armadura de gala que portaba en asuntos monárquicos. Seguramente su ineptitud se debía a la falta de magia que los xeivianos poseían por su intrínseca conexión con la Tierra. Salander, sintiéndose extranjera, no logró contener el ejército combatiente y en esos momentos, muchos de sus hombres morían mientras intentaban impedir el paso de las tropas ajenas en las fronteras del bosque más alejado de Xeivia. Levantó sus manos, y las movió rápidamente. — Sigo sin lograrlo, su majestad. Temo que poseen habilidades fuera de mi alcance. He venido a informarle para solicitar la ayuda posible. Lo lamento. [/code]

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