El sistema que anteriormente se tenía estaba basado en la competencia y por eso la escasez y la pobreza afectaban a un porcentaje alto de la población pues los oficios eran pocos y solamente los obtenían quienes eran muy diestros desde temprana edad o quienes tenían contactos. Con el nuevo sistema las metas y los retos son individuales, no colectivos. Con esto se obtuvo una mejor calidad de vida y se ha eliminado casi en su totalidad la hambruna pues cada xeiviano ayuda a sus hermanos y hermanas en su crecimiento. De ese modo el Norte del continente crece con mayor rapidez.

Para cuanto tienen la mayoría de edad (18 primaveras) se les ofrecen diversos oficios, algunos pueden optar por convertirse en soldados y defender así a la corona pero para ello tienen que pasar tres años de su vida en entrenamientos, claro que las facilidades de alimento y techo se les ofrecen durante todo ese tiempo como si estuvieran en una especie de internado. Los que prefieren otro tipo de oficio se vuelven aprendices de los que ya lo ejercen, nadie se queda sin un tutor pues el conocimiento es sagrado para ellos y no lo limitan a los más jóvenes por ningún motivo.

Los niños de Xeivia son educados de una manera peculiar. Los primeros ocho años de su vida se les enseñan los valores y la educación para con el prójimo. Se les enseña el amor al arte y a decidir por sí mismos. Se les permite jugar, hacer amigos, cantar y vivir pequeñas aventuras; después, cuando cumplen nueve y han aprendido lo más importante de la vida, se les instruye en la escritura, el lenguaje, las matemáticas y todo aquello que los Xeivianos consideran segundo conocimiento.