Subió el cierre de la chamarra hasta el límite, dándole un aspecto desaliñado. Haciendo una sonora exhalación, la liberi desvió la mirada al oír una vez más las clásicas tonterías sin sentido de Mostima. Estaba por marcharse, dispuesta a dejarla sola, cuando...
—No te creo— desvió una de sus manos usando la propia. Podía sostener la mirada de Mostima sin ningún problema, más siempre ha tenido problemas aceptado su afecto físico cuando discuten. —No toleras que no te pida consentimiento para hacer lo que te estás imaginando con... otros.
La chamarra cayó justo en su rostro. De inmediato percibió el perfume, aunado al aroma natural de la liberi como algo agradable, que incluso la puso de buen humor, pese a que estaba lidiando con una pajarita muy enojada.
—Por supuesto que me incumbe, no voy a permitir que cualquier tonto, o tonta, te lastime. Tu ropa interior es demasiado linda como para desperdiciarla con alguien que no vale la pena...— Colocó ambas manos en sus mejillas, presionando suavemente al obligarla a mirarle. —O quizás solo soy egoísta y estoy celosa de que alguien más pueda mirarte.
Aceptó su ayuda de mala gana; era complicado apreciarla cuando Mostima misma era la responsable de esto. El escote que mostraba no dejaba nada a la imaginación, así que se cubrió el pecho con la ropa de Mostima. A cambio, le arrojó en la cara su propia chaqueta del uniforme. Eso le pasaba por ser demasiado fisgona.
—Eso no te incumbe— la advertencia era clara; no quería que metiera más sus narices.
No pudo evitar una carcajada cuando vio la blusa ceder tan fácilmente. ¡Ojalá hubiera tenido una cámara en las manos! Ese habría sido un lindo recuerdo para los días solitarios.
—Espera espera.— Dijo entre risas, mientras se quitaba su chamarra, colocándola sobre los hombros de Fiammetta, al menos le cubría lo suficiente para no andar semi-desnuda mientras regresaba a casa. —Puedo ponerme de rodillas para mucho más que pedirte perdón. Ten. La mía es más grande.— La acomodó, cubriéndola no sin antes observar sus pechos solo cubiertos por un sostén de encaje fijamente. —Que lindo. ¿Vas a ver a alguien o Lemuen te ha contagiado su sentido de la moda?
Por acto reflejo, intenta dar un paso hacia atrás tan pronto siente una invasión en la zona del pecho. Los hilos del botón cedieron ante el tirón de Mostima, y como reacción en cadena, otro par se desabotonaron.
—¡Eres una imbécil!— de no ser porque está semidesnuda, estaría persiguiendo a Mostima hasta hacerla pagar. Sujetando ambos extremos divididos de la camisa, la Liberi comenzó a sacarse la chaqueta del uniforme. ¡Vaya desastre! Menos mal no había nadie cerca.
—Cuando arregle esto, volveré para tomarte de los cuernos. Haré que te pongas de rodillas para pedirme perdón.
Su sonrisa se hizo un ápice más ancha, como si ese enfado fuese exactamente la reacción que buscaba provocar.
—Al menos vieron algo interesante y bonito ese día. En realidad me parece bastante aburrido, ¿cómo es que lo soportas?— Con afán de molestarla, logró colar su dedo en el orificio que se formaba entre los botones de su camisa, halando suavemente.
—Puedo ver a través de tus estúpidos juegos— replicó, algo resentida.
—Fue humillante, Mostima. Tenía a mis subordinados cerca cuando ocurrió 'eso'...— bajó la voz, por si acaso. Por culpa de la jugarreta de Mostima, había un par de personas que no podían verla a los ojos. —¿Te parece una broma mi trabajo?— indagó con creciente enfado.
