Su faceta estoica, muy quieta y casi imperceptiblemente, comenzó a dibujar sobre sus rosáceos una diminuta sonrisa. Señal de aprobación a los vocablos de su descendiente. — Sabias son tus palabras, querida mía. Tu padre no ha hecho más que menospreciar a su propia sangre. Un rey debe vivir por y para su pueblo, crecer día con día junto a sus fieles y dejar de lado los estereotipos que han sido arraigados a su sociedad. Además. . .Lo que Zeus y Hera le hicieron a tu madre cuando Apolo y tú llegaron al mundo fue una infamia. Una terrible falta de respeto a su persona y a su posición en el cosmos como Titánide. Algo que no podemos dejar pasar. —

Siendo sincera abuela es hora un nuevo régimen por mucho que ame a mi padre.. Ha hecho mal todos estos eones menospreciando a mis hermanos y a mis primos-La mirada de la doncella era tranquila haciendo juego a su voz mirando a su abuela-

La mirada en su faceta permaneció completamente seria. Poco a poco, liberó de su prisión a las mejillas de la menor, inclinando sutilmente la cabeza. — Supongo que entiendes el motivo de nuestro despertar ¿No es así, Artemisa? Vamos, pequeña. Quiero escuchar qué piensas tú.

-La sonrisa que le mostró a su abuela era totalmente sincera y llena de agradecimiento por sus palabras relajandose por unos minutos por el tacto tan familiar que estaba teniendo con ella- Gracias abuela Febe

Con quietud, acunó entre sus tersas manos las mejillas pálidas de la eterna doncella y dirigió sus luceros en dirección a la faceta de su nieta, prestando atención incluso en las más diminutas líneas de expresión. — No cabe duda. La belleza impoluta de tu rostro es inigualable. Eres idéntica a tu madre, dulce Artemisa.—

-Con paso decidido y firme se acerco a su abuela quedando muy cerca de ella tal y como lo habia pedido- Aquí estoy Abuela

Siempre tan hermosa y tan única, Abuela Febe..