Ezio advirtió otra plataforma similar que sobresalía de la torre a la misma altura, a unos cuatro metros a su derecha. Y, sobre ella, solo, avanzando sin temor, estaba ahora el hombre con la capucha, vestido de blanco, que había visto en la batalla. Mientras Ezio observaba, se le cortó la respiración; el hombre parecía estar volviéndose contra el y comenzaba a hacerle señas...