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Ezhno · 22-25, M
Tenía la expectativa de que el Rey de Kalessa iba a golpearle o, como mínimo, rugirle a la cara debido a su respuesta. Después de todo, sabía que su aviso de declaración de guerra hacia el reino de los terrestres había causado pánico e histeria colectiva en ambas monarquías, además de ciertas tensiones directas e indirectas en las zonas fronterizas y en miembros de la armada.

No obstante, la reacción molesta y a la vez tranquila de Siro, lo tomó completamente desprevenido, mirándole a los ojos por unos largos segundos, antes de responderle a las preguntas que este le hacía.

— Creí que... Ya no te inspiraba ningún tipo de respeto, al no apoyarme en los planes de conquista de la Isla de las Maravillas... — Respondió en un débil hilo de voz sin mirarle a la cara. Sin embargo, sabía que esa respuesta no era realmente la que quería decirle. No se sentía con el suficiente valor para abrirse sentimentalmente al Rey de Kalessa. — Sólo te importó saciar tus deseos egoístas con mi protegi
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circunstancias lo llevaron incluso a tomar el trono a la fuerza, desde entonces todos eran sus enemigos —¿Por qué tenías que hacer todo esto? Maldita sea Ezhno ¿Por qué tú?— Poco a poco su agarre se fue soltando, las muñecas del rey águila fueron liberadas por fin del firme agarre del león.

Aún permanecía sobre él, aunque ya no ejercía la misma presión, solo lo miraba con una mezcla de emociones que ni el mismo podría llegar a comprender, antes de alejarse se inclinó de nuevo sobre él, con sus ojos clavados en los ajenos y el rostro tan cerca como antes, pero había cierta diferencia, ya no era tan amenazante, parecía nostálgico y desanimado.
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Su paciencia era nula pero curiosidamente en ese momento lo que más quería era recibir una respuesta por parte de Ezhno, así que solo esperó, sin aflojar su agarre, ni dar pie a que se le escapara por ninguna razón, lo tenía sometido bajo su propio cuerpo, cuyo volumen era mayor al del rey de las aves, por demás estaba decir que Siro era una bestia tanto en su forma humana como en su apariencia animal. Por su mente pasaron otro tipo de recuerdos, no era la primera vez que tenía al albino debajo suyo, pero las circunstancias eran tan diferentes, tan distantes en el tiempo, años habían pasado desde su último "acercamiento" y tantos sucesos habían acontencido en ese mismo lapso de tiempo.

—... Tú, maldito...— Masculló entre dientes tras escucharle, de alguna forma sentía que no podía confiar en él, pero al mismo tiempo quería hacerlo realmente, Ezhno había sido incluso un refugio, cuando se escapaba del reino buscando evadir sus clases y entrenamientos, jamás quiso ser rey, pero las(..
Ezhno · 22-25, M
...los nervios que comenzaba a sentir al tenerle tan cerca y que le sujetara de aquella manera. — Nuestros reinos no estarán en guerra, lo juro...Pero...Ya suéltame, por favor... — Aquella petición fue firme en su voz, aunque sus muñecas temblaban debajo la poderosa mano de Siro.
Ezhno · 22-25, M
Aquella situación parecía demasiado peligrosa, y más aún cuando el Rey Siro se atrevió a sujetarle de sus muñecas e inmovilizarlo por completo, impidiendo con esto que pudiera zafarse y alejarse del león. La cálida respiración de Siro sobre su rostro era demasiado para él, sintiendo en esos instantes la imposibilidad de responderle en el momento justo que le estaba exigiendo.

Hubo un largo e incómodo silencio entre ambos, en donde sólo la suave brisa del viento y la respiración de ambos monarcas se podía escuchar aquella noche. Poco a poco, el cuerpo de Ezhno dejaba de tensarse y de oponer resistencia ante Siro, mientras recordaba en esos momentos la charla que había tenido con Frederik. La guerra no era el problema, tampoco la conquista de la Isla de las Maravillas ni el hecho de que haya exiliado a Wilde por haberse acostado con el león...El problema era ellos dos.

— No... — Su respuesta fue emitida en un débil hilo de voz, desviando su rostro para que Siro no se percatara de l
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en mi camino, así que te lo preguntaré una última vez— Hizo una pausa, bufando, un gruñido gutural emergió desde su pecho mientras mantenía al ave atrapada debajo suyo, tal cual fuese su nueva presa y él estuviera dispuesto a devorarlo en ese momento —¿Kalessa y Aeriana están en guerra o no?— Cuestionó, esta vez sin levantar la voz, pero ello lo hacía sonar incluso más amenazante, su tono era grave, aterrador.
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Para Siro la cercanía también era familia, nostálgica, pero tenía demasiada ira en su interior como para hacer caso a ese eco de recuerdos que querían hacer mella en su cabeza, no era la primera vez que tenía el cuerpo de Ezhno debajo suyo pero el contexto era tan diferente. El que no le diera la respuesta solo hizo que su sangre hirviera, presionó con más fuerza esas manos contra el suelo y dejó que su peso aprisionara al rey de Aeriana, no pretendía darle oportunidad de escapar hasta que se aclarasen las cosas.

—¡No me digas que no lo sabes! ¡No te voy a dejar hasta que me des una maldita respuesta!— Vociferó cerca de su rostro, en algún momento llevó las muñecas del albino hacia arriba, para poder sujetarlas solo con una de sus manos y con la que le quedó libre le tomó el rostro con rudeza y lo hizo girarse a mirarlo, clavando sus fieros ojos felinos en los de Ezhno.

—¡Decidiste iniciar esto! Sabes perfectamente que nada me va a detener hasta aplastar a quien sea que se ponga
Ezhno · 22-25, M
... en esos momentos ni tampoco en la Isla de las Maravillas. Sólo quería apartarse del cuerpo de Siro lo más pronto posible, tratando de zafarse de su agarre una y otra vez sin éxito alguno.

— N-No lo sé... — Logró responderle Ezhno a Siro, pero sin verle a la cara y tratando una vez más de liberarse del león. — Siro, suéltame en este instante...¡Hablo en serio!
Ezhno · 22-25, M
El Rey de Aeriana creyó por un momento que sus palabras dirigidas hacia el Rey de Kalessa iban a ser consideradas como el punto final de la discusión entre ambos. Pero inesperado fue para el monarca el ser sujetado de su ala y tirado al suelo, siendo acorralado por el enorme felino y sin darle oportunidad ninguna de escape.

Aquella situación en la que estaban era en extremo incómoda para Ezhno, manteniendo su boca entreabierta debida al asombro y sus ojos dorados fijos en los del contrario. En un fugaz instante, llegaron en su cabeza algunos recuerdos de su juventud, en donde él y Siro tenían esa clase de cercanía física en más de una ocasión, en que cada una de estas llevaron a ambos a unos límites sumamente indecorosos en esos años. Ezhno no pudo evitar desviar su rostro, ya que no quería evidenciar su nerviosismo ante el contrario.

La respuesta a la pregunta de Siro era transcendental e importante para el destino de ambos reinos. Sin embargo, Ezhno no pensaba en los reinos en
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y no pretendía dejar que la conversación terminara cuando Ezhno lo quisiera —Ya nos has declarado la guerra, "puede que consideres no atacarnos" pero yo no pienso tener ni un poco de consideración si pretendes mantener las hostilidades abiertas hacia nosotros, no me importará cazar a cualquier ave que pise el suelo sea parte de mi territorio o no, así que aquí y ahora quiero que te decidas de una maldita vez ¡¿ESTAMOS EN GUERRA O NO EZHNO DE AERIANA?!—

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