Tenía toda la intención de prestar su ayuda para rescatarle de las fauces del león, incluso se había acercado extendiendo sus manos para liberarlo, hasta que el rey águila tuvo la audacia de hablarle de ese modo. Sus labios se curvaron en una sonrisa burlona. —Mmm, lo lamento su alteza, verá, no tengo permitido intervenir en las actividades de esparcimiento de su majestad, el Rey Siro.— Se cruzó de brazos mientras observaba curiosa a la pelirosa. ¿Funcionará eso en el gran felino de pelaje negro?