A veces... De todos modos hablaba de mi otra profesión. -No iba a entrar mucho en detalle sobre aquello ya que se trataba de trabajos como sicario, así que simplemente siguió con la conversación sin inconveniente alguno.- Pues, muchos clientes me los consigue mi proxeneta. Él me... nos cuida. Ningún cliente se sobre pasa porque sino termina mal. Ya pasó con vario de mis compañeros con clientes muy exigentes que abusaron más de lo debido y recibieron su castigo.
Bueno, sí eres de esas personas que constantemente se meten en problemas sí son peligrosos. —Reafirmó lo dicho por el muchachito antes de dejarle una palmada en el hombro al más bajito.— Tu profesión es admirable, no sé cómo aguantas estar con tipos que quizás algunos son desagradables.
Si, usé un tiempo pero casi me los arrancan en una pelea y decidí ya no usar más, no quiero que me corten la oreja. Son peligrosos para mi profesión. -Respondió con suma tranquilidad mientras se volvía a acomodar su cabello donde estaba para luego dedicarle una gentil sonrisa.-
¡Ah! Si sí —Inspeccionó con la mirada los piercings del más bajito y afirmó varias veces con la cabeza— Te quedan bien ¿Alguna vez usaste los que llevan cadenas? Creo que te irían bien.
Claro que tengo, mira. -El muchacho tan solo se corrió un poco su cabello para enseñarle los suyos.- Me los hice hace unos años para modelar y me los dejé.
