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𝗦𝗶𝗰𝗸 𝗮𝘀 𝘁𝗵𝗲 𝗺𝗶𝗻𝗱 𝗼𝗳 𝘁𝗵𝗲 𝗺𝗼𝘁𝗵𝗲𝗿𝗳𝘂𝗰𝗸𝗶𝗻𝗴 𝗸𝗶𝗱 𝘁𝗵𝗮𝘁'𝘀 𝗯𝗲𝗵𝗶𝗻𝗱
 
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EthanVilem · 26-30, M
[code]Quiso preguntar, pero la seguridad de la mayor al hablarle empezó a aliviar su temor; llevándole a acallar sus preguntas y valorar las pocas opciones que tenía hasta entender (o creer hacerlo) las intenciones que tenía. No se equivocaba, sus padres se lo habían advertido con castigos, pero no podía mentir con tanto pensamiento invasivo; por lo que terminó asintiendo diligente al hambre que siempre tenía.
— Y-Yo realmente debería volver.. pero.. —
La idea de evitar regresar a su casa aunque sea por un rato le enganchó lo suficiente para confiar brevemente en ella, pues a pesar de saber que le iría peor si llegaba tarde, Ethan prefirió la paz inmediata por encima de evitarse un castigo severo más tarde. Era la angustia y ese vacío que no podía explicar lo que le hacía vulnerable ante la única testigo que le había visto llorar.
— E-Está bien.. te acompañaré.. pero no puedo tardar mucho.. —
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EthanVilem · 26-30, M
[code]Siempre que recibía cualquier muestra de tacto que no fuera dolorosa o violenta, Ethan se paralizaba con el recelo de un animal maltratado, actuando indefenso y apenas mirándola a los ojos; tenía el abuso interiorizado y era ajeno a cualquier afecto físico por culpa del tormento doméstico que vivía.

Uno de los agravantes a la tristeza que creyó contener era que le había visto llorar, solo y de manera inusual para cualquier chico de su edad, y apenas a unas calles de llegar a su ‘hogar’. La consideración inicial de la chica, su invitación, y la manera en que insistió en interesarse por él, hicieron que los ojos se le encharcaran de lágrimas de nuevo; y aún sin derramar ninguna, su ceño se frunció en seña de la desconfianza inherente de su personalidad.


— ¿P-Por-.. ? —
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A1558995 · F
Apeló a su juicio ante la falta de hechos. Nadie podía destrozar así a un infante con excepción de sus padres y, si tenía razón, la mención de ellos ante un momento de quiebre podría llevar al cerebro adolescente a querer hacer justamente lo contrario a lo que sus progenitores le indicaron. O a simplemente no querer volver a ellos tras visualizarlos en su mente. Si, por el contrario, esa tristeza era por una ruptura... Bueno, qué chiquillo más intenso y precoz.
A1558995 · F
Oleadas y oleadas de tristeza salían por el cuerpo del chico y entraban en el de una Akemi adolescente. Se sentía tan revitalizada y tan llena de vida que no pudo evitar estirar el brazo y atrapar el hombro del menor para impedirle la fuga; un material así era único en su clase y mientras no encontrara a sus víctimas predestinadas no podía darse el lujo de perderlo. Se sentía como si hubiera ganado la lotería.

—No estás bien. Estás —quiso decir las palabras tan crudas como las pensó, pero se contuvo. Actuar como un humano normal era muy difícil para Akemi y aún así tenía que hacerlo para no asustarlo más. Tratarlo con delicadeza—... ¿Estás hambriento? Iba de camino a tomar la cena en la cafetería cruzando la estación. ¿Quieres acompañarme? Seguro tus padres te advirtieron de no hablar con desconocidos pero somos casi de la misma edad y tú me harías un favor a mí, me da miedo caminar por estas calles sola...
EthanVilem · 26-30, M
[code]Valiente y aún inmerso en una profunda tristeza, le mintió, creyéndose capaz de poder solventarse a sí mismo antes de cargar a alguien más con sus fantasmas; Ethan inspiró hondo y se pudo notar que aquello no era un llanto desconsolado mientras se rearmaba; que ese dolor había menguado con el paso de los años, y que se había vuelto más manejable a pesar de su corta edad.

Ya era evidente que no era la primera vez que frecuentaba aquel sitio. Las lágrimas las borraba de sus mejillas con la manga larga de su uniforme, y todo mientras intentaba recomponerse ante la aparente preocupación de la desconocida.
— Y-Yo.. Tengo que irme.. —
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EthanVilem · 26-30, M
[code]Ahí en la oscuridad, y en uno de los recovecos de las calles del Japón más desolado; el chico de no más de doce aún sollozaba, privado de la libertad para desahogar cualquier tipo de emoción en su hogar; Sólo podía resguardarse en la nula privacidad de ese callejón; mártir de un maltrato tanto psicológico como físico, el temor y el dolor de saberse despreciado por sus propios progenitores era inmenso para un niño como él. Esa angustia le abrumaba especialmente cuando se trataba de volver a casa, luego de terminar las clases.

El olor a marihuana, amoniaco y basura se mezclaban en un solo aroma, mientras él, no tuvo que hacer nada más que girarse y cuestionarse internamente si debía confiar en ella, antes de siquiera responderle.
— S-Sí.. sí.. Estoy bien. —
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A1558995 · F
Una fuerte escencia oscura se arremolinaba en el callejón que Akemi tomó aquel día para acortar distancia en su camino a casa. El dolor que provenía de aquel corazón roto la alimentó pese a los considerables metros de disferencia entre ella y el desafortunado humano; empero, cuando ella tomó la iniciativa de acercarse, descubrió que más delicioso era el caos fresco que seguía a la figura del - ahora sabía - chico como si fuese su sombra.

—¿Te duele? —cuestionó con gusto disimulado. Llevaba mucho tiempo sin comer un corazón roto que valiera la pena lo suficiente como para despertar en ella el interés, una emoción que sólo podía retomar en casos como ese—. ¿Te hicieron algo?

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