- Tranquilízate,... - murmuró, concentrado en su acción de rescate. Decidió exponer el torso del pisciano más rápido, procurando, por supuesto, no agredir a su mascota para que esta, a su vez, no se vengara en la piel contraria. Finalmente lo encontró, sonriendo al verlo íntegro aunque ya lo supiera - Hey... ¿Qué haces, travieso? ... Aquí está... - puso el dorso de su mano tibia en contra de la espalda del sueco, empujando con la otra para que el animal deslizara y cayera justo en su palma. El estrés hizo que el animal se contrajera e hiciera ovillo en el hueco del centro, no sólo por sentirse en posición horizontal sino porque con los peines en su parte inferior, reconoció la química del sudor del representante del Escorpión Celestial, confiando instintivamente en él. Milo se alejó, tocando con el dedo índice la cola de su mascota que no reacciona. Es casi como si lo acariciara - ¿Ves lo que has hecho? Está asustado.-