Ha sido la experiencia mas horrible de mi vida. Escala numero uno, la muerte comparado a esto no es nada. ₪ Se estremeció nuevamente de recordar la sensación en su piel ₪ ... Mier...da...₪ Nunca en su vida había dicho algo semejante, por lo que al darse cuenta, se puso rojo de la verguenza. Aclaro su garganta y retomo la compostura, ganandole la curiosidad por seguir a su excéntrico compañero ₪ ¿Vas a tirarlo por alli?

- En realidad tu tuviste la culpa por no obedecer mis instrucciones.- frunció las cejas, en evidente postura defensiva para su escorpión acongojado. O más bien agotado. En un momento dado, el dedo del griego fue ligeramente presionado por los pedipalpos de la criatura, levantando una queja igual de leve - Ya, ya. Ya entendí, te daré tregua... - dio media vuelta, como si Afrodita no fuese importante, para ir directo al terrario donde deposita al artrópodo.

₪ Un pequeño empujón contra su espalda y algunas palabras, fueron la señal inequívoca de su bendita liberacion de manos del insecto. Soltó todo el aire contenido con gran alivio, procediendo a arreglarse la camisa con ambas manos.₪ ¡Por Athena! Creí que no la contaba.₪ Una vez ya repuestas sus ropas en su debido sitio, se giro sólo para ver una escena absurda mente tierna y escalofriante a la vez. Fruncio los labios ₪ ¿Y yo que? El tuvo la culpa por meterse donde no le llaman.

- Tranquilízate,... - murmuró, concentrado en su acción de rescate. Decidió exponer el torso del pisciano más rápido, procurando, por supuesto, no agredir a su mascota para que esta, a su vez, no se vengara en la piel contraria. Finalmente lo encontró, sonriendo al verlo íntegro aunque ya lo supiera - Hey... ¿Qué haces, travieso? ... Aquí está... - puso el dorso de su mano tibia en contra de la espalda del sueco, empujando con la otra para que el animal deslizara y cayera justo en su palma. El estrés hizo que el animal se contrajera e hiciera ovillo en el hueco del centro, no sólo por sentirse en posición horizontal sino porque con los peines en su parte inferior, reconoció la química del sudor del representante del Escorpión Celestial, confiando instintivamente en él. Milo se alejó, tocando con el dedo índice la cola de su mascota que no reacciona. Es casi como si lo acariciara - ¿Ves lo que has hecho? Está asustado.-

₪ Lentamente alzo los brazos, pero el movimiento natural tiraba de la tela hacia arriba, causando que el invasor se moviera . Si esto seguía así, moriria o el mismo se lanzaría al agua, lo que fuera. Un escalofrío le recorrió la columna, no sabia si reír por lo que pasaba o llorar, pero mientras no se moviera...₪ Tan solo... Hazme el favor de quitarlo. ₪ Murmuro sin moverse ni un centímetro. Por un momento pensó que el veneno de las rosas reales afectaría al animal. Se encontraba esperanzado, hasta que recordó que ellos no tienen nariz ₪ En cierto modo... Dioses...

ignorable. - Despacio levanta los brazos, te voy a alzar la playera. NO ME INTERESA si es una blusa, por favor, cállate ahora. No quiero ni escucharte. - lo hizo con más cuidado pues de un momento a otro, en su recorrido, encontró el bulto de interés. Al menos la talla estrecha de su vanidoso compañero parecía servir de algo ahora. Tomó desde los bordes la prenda, levantando poco a poco con una mano. La otra, permanece cerca, aprovechándose de la flexión de las rodillas griegas para estar a una altura apropiada, pues cuando la presión entre la tela y su piel se anulen, también lo hará la resistencia del exoesqueleto en aparente desafío de la gravedad - Lo hago así de lento porque no quiero lastimarlo, así que no lo arruines esta vez.-

- ¡Ah, Afrodita! - no alcanzó a atrapar la cola del animal para evitar su inmiscuida instintiva en la búsqueda de un espacio caliente, oscuro y cerrado. Siempre ha estado en contra de agarrar a cada ejemplar por los segmentos de su extremidad ofensiva. Sin remedio, el arácnido fue marcando a base de microscópicos rasguños la piel del pisciano - ¿No te estoy diciendo que le pongas la mano? ¿Dónde está? No, mejor tu no te muevas... - bufó con fastidio, comenzando una superflua exploración en el torso del mayor después claro de haber buscado por su brazo y espalda alta, por encima de los omóplatos - No te puedo confiar nada un solo segundo porque tienes que ... ser Afrodita siempre. Dioses,... - a esas alturas ya no se podía distinguir si su preocupación es por su mascota o por la integridad del sueco. Todos saben que sus ataques derivan de cierta característica propia del signo que representan y, aún sin quererlo, una picadura de escorpión es dolorosa por sí misma. No es un pinchazo...

idea explorarle por debajo. Así que el susodicho invasor, no solo se le metió bajo la camisa, sino que encima enfilo felizmente hacia la espalda. Literalmente se erizo en su puesto, mostrando un ligero tono azulado. Pero no le daría el gusto a Milo, de verlo huir despavorido. No señor, el bello Aphrodite tenia orgullo y era hermoso.₪ Milo, estas... Seguro...₪ Solo Athena sabría la cantidad de maldiciones mentales que pensó en ese momento. La infeliz bestia del horror, había encontrado casa segura y cómoda justo en su espalda, por debajo de la tela, el peor sitio de todos debido a que allí era altamente sensible ₪ ¡Ejem! Y tanto...₪ Un tic en la ceja izquierda y la acentuación del tono azul ₪

₪ Serio, orgulloso y altivo, jamas se equivocaba, no había nada en esta maldita vida que lo asustara o... Al menos así lo pensó. El peso del insecto era un tanto ligero y lo soporto debido a la sensación familiar de tocar las espinas de las rosas con el parecido al contacto rasposo. No obstante, cuando el susodicho decidió moverse en cuestión, tuvo que tragarse todo su orgullo y hacer acopio de valor. Resulta, que las patitas del invasor, comenzaron a cosquillear su piel y claro, su cerebro se lleno de tantos mensajes de alerta, asco, horror y demás, que poco falto para que gritara. Lo peor, es que si hacia un movimiento en falso, piquete seguro. Le rezo mentalmente a todos los dioses para no hacer una tontería, manteniendo el rostro serio en todo momento. Excepto por un cierto tono azul en la piel. Por desgracia, olvido poner la otra mano, congelado por el horror de esa sensación rasposa y viva, recorriendo su palma y al estar usando camisa manga larga, el animal pensó que era buena i

De acuerdo, sólo no vayas a gritar o a dejarlo caer. -Esperó unos momentos a que el pisciano procesara ese comentario oscilando entre orden y sugerencia. No es que la picadura de un escorpión fuese relevante para ellos, pero la llana sensación podía ser desagradable, sobre todo para alguien como él. Tras ello, con un gentil movimiento cedió el cuerpo del arácnido. Pese no verse desde lejos, sus ocho patas están proveídas con un agarre de dos garras cada una, además del picor de sus fibras en todo el exoesqueleto, simulando vellosidad, pero que más bien sirven para captar estímulos físicos del ambiente.- Si gritas, vas a aturdirlo de más y va a erguir la cola... - El escorpión comenzó a caminar, desplegando sus peines -un par de alas en la parte inferior de su abdomen con las que recogen información de la superficie en la que camina.- ... Si no quieres que suba por tu brazo, pon la otra mano como camino.-