EsR1547757 is using SimilarWorlds.
Join SimilarWorlds today »
About Me Notes
The Whiteboard is a place where people can send Gestures, Attributes, Images, Comments, and much more...
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
SW-User
"Uno siempre vuelve a donde fue feliz, mi niña". La voz de Elizabeth, el ama de llaves, pareció darle tranquilidad durante mucho tiempo cada vez que se permitía evocar esa frase para darse ¿aliento? ¿confianza? Quizás ambas. Pero en esta ocasión, por primera vez, sentía que aquellas palabras le causaban dolor. Uno extraño, medianamente asfixiante y que al mismo instante le generaba confusión. ¿Dónde es que había sido feliz? ¿En el mundo humano o en el reino al cual debía no solo su vida, sino también su lealtad? El corazón se le había dividido al sentirse prisionera del destino. Debía regresar a su ciudad natal, ayudar al retorno de la tranquilidad y, así, otorgar seguridad a quienes tanto esperaron por ella.

Y aún con el pasar del tiempo, allí estaba de nuevo, dándole vueltas al asunto mientras miraba desde las múltiples ventanas del castillo. Soñaba con lo que habría acontecido de tomar otra decisión, con todo lo que podría ser y que no era. Con su antiguo hogar, sus antiguas vivencias. Y él. Pulsación acelerada que le arrebató la respiración en el momento que esa imagen cruzó, como una saeta ardiente y fiera, sus pensamientos para destazar la fragilidad que éstos podían ocultar. Tomó aire más de una vez, cerró los ojos y buscó el control de sus ansias. ¿Qué habría sido de él? ¿Cuál habría sido su razón al no tener una explicación? O... ¿Le recordaría, aunque fuese con desprecio, como tantas veces ella lo hiciera?

El corazón se le achicó a causa de la culpa y el dolor que ésta acarreó. Nijail, su nación, se restauraba adecuadamente con el liderazgo de su hermano, ¿qué pasaría si lo dejara solo para escapar de la responsabilidad? Solo estaba allí para alimentar la tranquilidad, ser una figura de paz y protección. Su hermano podía con ello. Tras meditarlo constantemente con Elizabeth y Skyler, llegó a la conclusión de que la adaptación, con un pesar así, resultaría infructífera. Caeldori, con el pasar de los días y ante el escrutinio de los demás integrantes de la servidumbre, se convertía en una hermosa ave enjaulada que solo servía para rara vez cantar. Con el equipaje listo, indicaciones específicas para el regreso y una calurosa inseguridad, se permitió volver a la ciudad que durante varios años le vio crecer. Esa misma en la que su corazón pareció quedarse.

De todos los sitios a los que podía volver, unos días después a su llegada, aquel le atraía con intensidad. No es que lo hubiese buscado en cada uno de los lugares que coincidieran antes, esos que compartieran durante un paseo, una conversación o una simple casualidad. Pero sentía la necesidad de hacerlo, de explicar lo que tiempo atrás había pasado por alto, olvidado; lo que simplemente no se consideró primordial porque la urgencia de prevenir un caos en la batalla le llamaba. Tomó aire al momento en que empujó la puerta, no por temor de encontrárselo allí dentro, sino por el recuerdo que le volvió a causar esa intermitente asfixia que ocultó con una sonrisa animada ante la mujer en la barra principal que le recibió. Dentro el tiempo pareció detenerse y formar recuerdos intangibles, a pesar de los cambios físicos en su recepción, cuando sus ojos se dirigieron hacia la mesa. Su mesa.

La felicidad temporal evolucionó rápidamente a una melancolía inusual, una que adornó sus labios al momento en que los mordió suavemente. Era el preludio de su inseguridad latente al dirigirse a cada rincón de su ser mediante aquella tibia sensación. Le nació en el pecho cuando el corazón logró tranquilizar la acelerada pulsación. Finalmente tenía el control de los escenarios que había llegado a recrear en su mente. Quería reírse, por la vergüenza que cosquilleaba en sus comisuras, le parecía hasta cierto punto un tanto absurdo y tonto encontrarse en uno de los sitios más infantiles para él, al menos así lo recordó con el tono rasgado de su voz.

Dentro de los sonidos que logró percibir, hubo uno en particular que llamó su atención. Aquel sobresalió por encima de la música ambiental, de las voces cercanas y los sonidos de la loza cuando tocaba la superficie de las mesas o iban directo al fregadero. Fue crujiente, fuerte a sus delicados sentidos y, extrañamente, familiar. Intentó atribuirlo a la frecuencia del acero al chocar, de los hombres que se preparaban para combatir bajo su guía o la de Skyler por el bienestar del reino... Pero jamás imaginó que pudiera deberse a él. A la persona que le observó la espalda tras haberse girado, esa misma que se alejaba como alguna vez lo hiciera ella.


{ 1 - 2 }
 
Send Comment