Si, porque lo declaré mío ‒Creyó que había ganado cuando el otro se retiró, soltando el palito de galleta que sostenía con sus labios, más tuvo que admitir que no se esperaba tal cosa por parte del contrario, en cuestión de instantes su cintura fue apresada por la zurda ajena y ello, más las palabras proferidas por el más alto le hicieron enarcar una ceja ligeramente.‒ ¿Y que cosa es? ‒Cuestionó, pero pronto obtuvo una respuesta que no contenía palabras, los labios ajenos se adueñaros de los propios con tal osadía que casi resultaba ofensiva, más no hubo momento de reclamos, la boca ajena no se lo permitía y en menos de lo que esperaba terminó por corresponder aquel acto, mientras sus brazos rodeaban el cuello ajeno, de un momento a otro terminó por regalar una mordida repentina en le labio inferior ajeno, provocativa, pero que también fungía como reclamo.