‒La actitud ajena le era graciosa en cierta medida, tan distante, con ese aire malhumorado y esa soberbia envolviéndolo siempre, Elyas era una fuente de alimento para ella casi infinito, pero en ese momento no era eso lo que le interesaba, le observó mientras encendía su cigarrillo y tras dejar que le diera la primera calada extendió su mano hacia su rostro y lo obligó a mirarla, solo para volver a besar sus labios de manera suave, caprichosa.‒ No eres el único que quería eso.
— Sí, y justo al precio que yo quise. —Era imposible que el juego de egos desapareciera, aún después de aquel momento. Dejó la galleta en total poder de ella, liberándola sin prisa al apartar sus manos y buscar un cigarrillo en la parte interna de su chaqueta.— Así que, estamos a mano. —Había entrecerrado un tanto su ojo izquierdo por el humo del cigarrillo al encenderlo en sus labios, dando una calada al instante.
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‒La intensidad con la que Elyas actuaba, incluso la ferocidad implícita que envolvía a cada beso lograba emocionar a la castaña, era difícil que no reaccionase a tales cosas y si, ciertamente le gustaba bastante ese lado del ajeno, instintivamente se apegó un poco más a él, dejando que las curvas de su cuerpo se acoplaran a las lineas contrarias, sintiendo la firmeza de su torso contra la suavidad de su pecho. Cuando se separó finalmente, su mirada buscó la ajena, sus labios se entreabrieron para recibir el dulce que le estaba dando e incluso mordió de manera deliberada la punta del dedo contrario sin dejar de observarlo, apenas un poco antes de finalmente separarse, rompiendo el contacto entre ellos de manera abrupta.‒ Al final, me diste lo que quería.
La unión, para su sorpresa fue plena y valiéndose de ello se dio el lujo de cerrar los párpados un tanto conforme el beso avanzó y fue desenvolviéndose al grado de compartir el calor y humedad de sus labios; sintiéndose por breves segundos dueño de los ajenos al invadirla, al hacerse de la suavidad de éstos sin delicadeza de por medio, pues apenas sintió la mordida, correspondió a ésta con un tirón de por medio, estirando el labio inferior hasta soltarlo y retomar el beso con más intensidad al extenderse con la zurda por su cintura hasta ir pausando poco a poco el encuentro con besos cortos.‒ Ahora puedes quedartelo. ‒La diestra se unió al encuentro, llevando consigo el resto de la galleta para ofrecersela en los labios al separarse por fin y abrir de nueva cuenta los ojos.
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Si, porque lo declaré mío ‒Creyó que había ganado cuando el otro se retiró, soltando el palito de galleta que sostenía con sus labios, más tuvo que admitir que no se esperaba tal cosa por parte del contrario, en cuestión de instantes su cintura fue apresada por la zurda ajena y ello, más las palabras proferidas por el más alto le hicieron enarcar una ceja ligeramente.‒ ¿Y que cosa es? ‒Cuestionó, pero pronto obtuvo una respuesta que no contenía palabras, los labios ajenos se adueñaros de los propios con tal osadía que casi resultaba ofensiva, más no hubo momento de reclamos, la boca ajena no se lo permitía y en menos de lo que esperaba terminó por corresponder aquel acto, mientras sus brazos rodeaban el cuello ajeno, de un momento a otro terminó por regalar una mordida repentina en le labio inferior ajeno, provocativa, pero que también fungía como reclamo.
‒ ¿Me tengo que ganar lo que yo traje? Estás siendo demasiado absurda. ‒Apenas escuchó el crujir de la galleta, fue suficiente para soltarla con los labios y ahora arrebatarla de los ajenos con la diestra, mientras la zurda se dio a la tarea de ir tras la espalda ajena y situarse justo en el linde de su espalda para apegarla contra si mismo de un sólo tirón.‒ Ahora debo reclamar lo que me pertenece. ‒Sentenció y con ello vino la cercanía sin tiento ni miramiento al agacharse un tanto y abordar los labios de la castaña sin permiso para ello, pero con la presión y autoridad suficiente como para derribar aquel hecho.
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No puede ser tuyo algo que no te has ganado en realidad. ‒Frunció ligeramente el ceño al ver como se trataba de "imponer" así que también le dio un mordisco al palito de galleta para dar pelea.‒
‒ Es porque es mío. ‒No va a ceder, así que mantiene el pocky entre los labios e incluso va comiendo parte de este, acortando distancia con ella; es su forma de imponerse y ganar terreno. (?)
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Me lo quitaste, así que oficialmente es mío ‒Entre su orgullo y la madurez ajena, lo que se avecinaba era un enfrentamiento inminente.[?]‒
