—Quiero repartir golpes, más siento esa necesidad en mi interior...—

Alzó ambas cejas evidentemente divertida, nada como la complicidad que compartían.
Le sorprendió el gesto del pelinegro pero no se negó, lo dejo ser y sonrió de forma más tierna con un muy ligero toque de color en sus mejillas. Si pesé a todo, aún había cosas que le provocaban un sonrojo. Que cosa más contradictoria.

—Lo sé, lo sé, y pesé a los años y saber lo que sé, no me termina de gustar verte magullado..—