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EsR1547757 · M
— ¿Así qué extrañas qué te diga niña? Bien, niña... Tú obedeces, yo mando. Tal vez tu padre no te enseñó, pero es tiempo de que aprendas. —evidentemente el tono empleado llevaba consigo un tono sobreactuado, siquiera tenía la intención de ello, era una mera broma entre ambos.
Así, se colocó la chaqueta, exhalando con resignación para finalmente, asegurarla por la cintura, recorriendo la estrechez de ésta hasta el filo de sus caderas, emitiendo un gruñido complacido por lo que sentía bajo sus palmas.—
Entonces exijo un intercambio equivalente, sólo para mi.
Así, se colocó la chaqueta, exhalando con resignación para finalmente, asegurarla por la cintura, recorriendo la estrechez de ésta hasta el filo de sus caderas, emitiendo un gruñido complacido por lo que sentía bajo sus palmas.—
Entonces exijo un intercambio equivalente, sólo para mi.
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