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"El miedo es tu mayor aliado, infúndeles temor en las entrañas, en el corazón. Y verás como su lealtad se vuelve eterna"
 
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ErzsebetBathoryDEcsed · 61-69, F
—Oscuridad que sigue siendo parte de ti, querida reina. Es parte de tu carne y sangre, late al ritmo de tu corazón y vivirá tanto como vivas tú. —parte de un presagio, parte de una maldición añeja que se fue fortaleciendo con el pasar de los años, era suficientemente paciente como para esperar su momento. —El honor no existe cuando hay un precio elevado de por medio, simplemente no existe quien no albergue la avaricia, y del amor no te fíes, mira nada más lo que te ha dejado. Todos a su tiempo te van a dejar, te van arrancar los sueños, las esperanzas y se plantaran sobre estos. —le soltó con arrebato llegando a rasguñar la piel de su rostro con las afiladas uñas. —Eres patética Odessa.—
ErzsebetBathoryDEcsed · 61-69, F
La vio titubear, no era la misma de hace años; aquella princesa tan frágil como un cristal, parecía haberse reformado, sin embargo, solo era una apariencia, en el fondo de su corazón sabia las gruesas paredes que resguardaban el pecado temiendo se desbordara como río sobre un acantilado.
—Has mencionado la palabra “amor”— una sonrisa de diablo se curvó en los labios del demonio encarnado. —¿Qué ha hecho por ti el amor? ¿No te han dejado ya? ¿Tus supuestos fieles morirían por ti, por amor? ¿Está segura de eso? ..—negó rotundamente tomando el angelical rostro de la reina entre los dedo índice y pulgar y así alzarla un poco del suelo para fijar su asesina mirada sobre la suya.
Odessa · F
[code]palabras—. Buscas tentar un corazón que ya ha caído en la oscuridad una vez...—Confesó aún con ese amargo recuerdo en sus memorias. Y aún así, ésta vez no cedió ante ello, sino que el recuerdo renovó su brío, plantándose con seguridad ante ella.— No pienso ser Reina de un pueblo que me tema, que agache la cabeza por obligación. Deseo para mi gente el honor de servirme, hombres y mujeres plenas.[/code]
Odessa · F
[code]No podía evitar la tentación, era demasiada, mucho más cuando llegaba personificada en semejante heraldo de destrucción, de malicia y oscuridad. Para Odessa la creencia de que "El fin justifica los medios" no cabía en su nuevo camino, en ese que se proponía erigir bajo nuevos lemas, con el amor a su gente, y el amor de estos hacia ella; sonaba utópico, sí, pero era lo que creía y anhelaba en el fondo de su corazón—. Pero el miedo es un arma peligrosa. —Dijo con calma, cerrando los ojos por breves segundos hasta tomar coraje y apartarse de ella, girándose para verle de frente—. Si ellos me temen, en algún momento si mi vida peligra, no sangrarán por mi, no protegerán a su Reina, pues la muerte de ésta acabaría con sus miedos... Si ellos me temieran, actuarían por amor a su vida, no a la mía ni a mis principios. —Explicó aún con tono suave en su voz, mismo que no se reflejó en el tono de su voz en sus siguientes{...}[/code]
ErzsebetBathoryDEcsed · 61-69, F
Le tenía agarrada de los hombros. No había escapatoria ante sus palabras ponsoñosas, peor que el veneno de una víbora. Su aliento continuaba acariciando la piel de su cuello y oreja, la mirada teñida de manía por lo que representaba tenerla a su merced, tan vulnerable como un cordero en la boca del lobo. —Si querida mía, el amor no es eterno, se congela como las paredes de Iralnor, se pudre como los cadaveres que se van amontonando después del fatídico encuentro, únete a mi y el miedo será tu mejor aliado. — insistía con eso, simulando recitar un hechizo que se fijara muy dentro en sus pensamientos, por qué no existe nada más traicionero que el corazón de un ser humano.
Odessa · F
[code]La tibieza de sus palabras era traicionera, por un lado le hacían pensar en las posibilidades bajo dicho escenario "Lo mismo... Justo por lo que Nashdag cayó..." Pensó para si misma, y entonces meditó su propio anhelo, sus propios deseos de libertad, el amor por su gente y la férrea necesidad de darle a su Reino un nuevo comienzo donde cada hombre respirara sin temor. Entonces, pasó saliva con la mirada fija en un punto distante, ahí, donde las cavilaciones hallaban lugar—. ¿Sugieres que levante mi Reino sumergido en miedo hacia... Mi? —Murmuró, exhalando entrecortadamente, empuñando ambas manos a los costados de su cadera, ejerciendo tanta presión, que sus uñas pronto se marcarían en sus palmas.[/code]

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