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El renacimiento de la princesa...
 
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Erzebeth · 31-35, F
sí; sin que ella pueda hacer nada en absoluto, pese a que le ordena que vuelva.
La furia en ése momento consume al ex verdugo, que se dedica a buscar al arfirus, azotando la cabeza de uno de sus guardias de paso.
El pobre hombre caería inerte al suelo, después de escucharse un inquietante crujido, dejando en la fría piedra un manchón de sangre, a la altura de dónde se encontraba la cabeza.**
 
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