Efectivamente era un fumador empedernido y aquel aventurero pudo notarlo fácilmente por el ligero olor a tabaco que desprendía su ser mezclado con uno a bestia salvaje producto de un despliegue largo en misión. No lo juzguen, en ocasiones en la selva es muy difícil encontrar una ducha.

Al notar que hablaban de dragones, poderes y demás cuentos que, si no hubiera presenciado cosas similares (o casi similares) en el lugar de donde viene, los hubiera diagnosticado con un estado avanzado de demencia, decidió interrumpir lo más educado que un tipo duro y burdo como él podía hacerlo.

- Disculpen… – Su único ojo de iris azul profundo los miró yendo y viniendo entre la mujer y el hombre. - …¿Pueden decirme dónde me encuentro?