— ¡Hey! ¿Cómo estás? Hace mucho que no alojo formas de vida en mi casa. ¡Ahaha! Sí, suena deprimente... Pero en fin.

Acarició la barbilla del felino que se las había arreglado para deambular por el complejo de investigación en cuyas instalaciones él vivía. No recordaba la última vez que tuvo un compañero. La anterior simplemente desapareció en uno de los pliegues de la realidad.
Ya se iba acostumbrando al vivir con personas, y ésto se sentía como una vuelta a un punto de partida fijo. ... Al menos ahora tenía un gato para acompañarle en sus días. Alguien que le dejara distraerse.