31-35, M
tranquilo, juguetón
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AckermanMikasa · 26-30, F
Qué maravillosa dicha era despertar con el trinar de aquellas preciosas aves.
La luz de Febo se colaba entre las cortinas de la habitación de la deidad, quién comenzó a abrir sus parpados lentamente. Estiró sus brazos y soltó un suave y tímido bostezo. Se levantó de su lecho para poder vestirse con el vestido blanco favorito de Afrodita y saliendo de su alcoba, pudo encontrar la pequeña y hermosa presencia de uno de sus bien amados hijos; el pequeño Eros yacía de pie frente a ella, con un ramo de rosas en sus brazos. De inmediato el corazón de la diosa irradió de amor y se acercó hasta llegar a él para agacharse sonreírle y llevar su diestra hasta la mejilla del pequeño, acariciándola suavemente.
— Qué dicha la mía, el poder ver a mi preciado hijo con tal ofrenda. Me encantan las rosa, muchas gracias, cariño mío. Mi corazón está alegre . ¿Cómo te encuentras, mi precioso Eros? —
Cuestionó suavemente mientras tomaba entre sus brazos aquellas preciosas rosas , impregnando su olfato de tan sutil y bello aroma. Una sonrisa se formó en el delicado rostro de la deidad, haciéndola lucir aún más radiante. —Ven cariño mío, demos un paseo. Hoy es un día hermoso como tú. Dime, ¿qué deseas hacer hoy, hijo de mi corazón? — Afrodita estaba dispuesta a cumplir cualquier deseo de su pequeño , estaba más que deseosa de pasar tiempo con él. Tomó con sumo cuidado la delicada y pequeña manito de la deidad primordial y comenzó su andar hasta afuera del templo, para poder disfrutar de esa radiante mañana.
La luz de Febo se colaba entre las cortinas de la habitación de la deidad, quién comenzó a abrir sus parpados lentamente. Estiró sus brazos y soltó un suave y tímido bostezo. Se levantó de su lecho para poder vestirse con el vestido blanco favorito de Afrodita y saliendo de su alcoba, pudo encontrar la pequeña y hermosa presencia de uno de sus bien amados hijos; el pequeño Eros yacía de pie frente a ella, con un ramo de rosas en sus brazos. De inmediato el corazón de la diosa irradió de amor y se acercó hasta llegar a él para agacharse sonreírle y llevar su diestra hasta la mejilla del pequeño, acariciándola suavemente.
— Qué dicha la mía, el poder ver a mi preciado hijo con tal ofrenda. Me encantan las rosa, muchas gracias, cariño mío. Mi corazón está alegre . ¿Cómo te encuentras, mi precioso Eros? —
Cuestionó suavemente mientras tomaba entre sus brazos aquellas preciosas rosas , impregnando su olfato de tan sutil y bello aroma. Una sonrisa se formó en el delicado rostro de la deidad, haciéndola lucir aún más radiante. —Ven cariño mío, demos un paseo. Hoy es un día hermoso como tú. Dime, ¿qué deseas hacer hoy, hijo de mi corazón? — Afrodita estaba dispuesta a cumplir cualquier deseo de su pequeño , estaba más que deseosa de pasar tiempo con él. Tomó con sumo cuidado la delicada y pequeña manito de la deidad primordial y comenzó su andar hasta afuera del templo, para poder disfrutar de esa radiante mañana.