Alex se sentó sobre una colina a la luz de la luna, recordando la tragedia hace 60 años atrás en su pasado, cuando todavía creía un poco en la humanidad, cuando aun creía en el amor. Todo aquello se destruyo cuando su antigua y fallecida esposa Yukita pereció pavorosamente entre sus brazos, todo por culpa de una lluvia de flechas envenenadas...
era una alivio que hubiera mas de un solo superviviente, la misión era simplemente cuidar de Yukita, pero el hecho de que existieran testigos seria de utilidad a la hora de presentar el caso en el palacio real ante los ojos del padre de la pequeña. El erudito volteo sus serpentinos ojos nuevamente a la pelinegra para responder al cabo de unos momentos-
Descuida ya estas a salvo, creo que llegue un poco tarde. Vuelve al carro las escoltare al palacio, para nuestra suerte esos malnacidos no asesinaron a los caballos, pero debemos apresurarnos; seguramente no eran los únicos que iban tras tu cabeza, y solo en el palacio podremos guarecernos sin correr riesgos ~
