Alex se sentó sobre una colina a la luz de la luna, recordando la tragedia hace 60 años atrás en su pasado, cuando todavía creía un poco en la humanidad, cuando aun creía en el amor. Todo aquello se destruyo cuando su antigua y fallecida esposa Yukita pereció pavorosamente entre sus brazos, todo por culpa de una lluvia de flechas envenenadas...
era una alivio que hubiera mas de un solo superviviente, la misión era simplemente cuidar de Yukita, pero el hecho de que existieran testigos seria de utilidad a la hora de presentar el caso en el palacio real ante los ojos del padre de la pequeña. El erudito volteo sus serpentinos ojos nuevamente a la pelinegra para responder al cabo de unos momentos-
Descuida ya estas a salvo, creo que llegue un poco tarde. Vuelve al carro las escoltare al palacio, para nuestra suerte esos malnacidos no asesinaron a los caballos, pero debemos apresurarnos; seguramente no eran los únicos que iban tras tu cabeza, y solo en el palacio podremos guarecernos sin correr riesgos ~
-El fulgor de la batalla parecía haber terminado en un abrir y cerrar de ojos, la masacre no había tardado siquiera 5 minutos en concluir, los cadáveres de los sicarios yacían en el suelo siendo tapados lentamente por la nieva que se iba tiñendo de un rojo carmesí junto a las viseras salidas de los mercenarios. El Alquimista noto la respiración agitada de la pobre princesa presa del pánico, su "Visión de Depredador" habilidad natural de los Mutantes como Alex le permitía detectar no solo señales como las feromonas, y los pequeños sonidos del ambiente, todos sus sentidos eran amplificados dándole un enfoque mucho mas refinado pudiendo detectar el miedo en los demás. Sin sus elixires potenciadores los Alquimistas aun así eran perfectas maquinas de matar monstruos pues orgánica y anatómicamente estos también eran catalogados como tales bestias.
Las calientes manos del mayor continuaron en un lento masaje sobre las mejillas de la chica mientras volteaba su mirada hacia la criada....
La princesa, presa del pánico, abrazó a su aya y mientras acercaba los dedos a la puerta ya ensangrentada para abrirla y huir, se percató que había silencio en el exterior.
—¿Se fueron? —Preguntó ella mientras respiraba agitada, asustada, empuñando la daga con el filo al frente con la intención de clavarla en el cuello del que intentara atacarla. De pronto, una voz un tanto conocida aunque no familiar le abría el carruaje mientras preguntaba por su condición.
Sus dedos gentiles y cálidos le tocaron las mejillas qued e alguna manera se habían manchado de sangre.-
No respondió a la pregunta del varón, pues su mirada se perdió en sus alrededores, sangre y cadáveres por doquier y un aroma a carne quemada le picó la nariz, provocándole naúseas.
—Tu... ¿Hiciste esto? —Preguntó con voz temblorosa y asustada. -
...Se había quedado dormida cuando el sol dejó de brillar sobre la copa de los árboles, descendiendo lentamente conforme el atardecer teñía las nubes de un naranja brillante perdiéndose entre un púrpura profundo. Fue entonces que el relinchido de un caballo la hizo despertar y la caída de la cabina donde viajaba, cayó de rodillas sobre la madera antes de ver que la puerta se abría, humedeciéndose con la nieve que se teñía de rojo cuando su escolta y criadas comenzaban a caer, asesinados por peligrosos desconocidos.
—Princesa... —Susurró la criada que buscaba entre las ropas hasta sacar una daga corta que le entregó a la princesa —Usted no morirá aquí. Yo la protegeré. Tome, ande. Si alguno de ellos intenta tocarla, húndale esto en el cuello. —Dijo la mujer con lágrimas en los ojos. Le entregaba a la princesa Yukita, el único elemento que podría salvarle la vida, pero prefería entregársela a la niña que había cuidado desde que nació.
Un viaje tranquilo. Eso le habían augurado antes de salir de la ciudad que la había visto crecer desde su nacimiento.
Era la primera vez que salia. Una especie de gira que su padre había ideado con la intención de encontrarse con quien según él, sería su prometido para poder unificar los reinos.
Valiente príncipe al solicitar que fuese ella quien viajara, dado que él era el rey, el sol de su imperio y por ende, la candidata a "reina" debía emprender dicho viaje para mostrar que su petición de matrimonio era formal.
Doce horas en aquella estrecha cabina, frío, hambre y sed ¿Era acaso ese el trato que debía recibir una princesa? Igual no se quejó, no estaba acostumbrada a hacerlo puesto que en el palacio la habían sometido a este tipo de carencias para fortalecerla en ese tipo de situaciones.
fuego como si de un lanzallamas se tratase, quemando y calcinando a la mayoría hasta que de un buen salto perforo el pecho del ultimo sicario en una maniobra física cuasi inhumana sin mucho esfuerzo.
El inmutado Maestro de las Artes arcanas se cercioro de que la princesa y su criada estuvieran a salvo, abrió el carruaje dejando salir a la princesa Yukita a quien aun no conocía formalmente, limpiándole unas manchas de sangre con sus manos desnudas observándola a detalle-
Un dia gelido he invernal una de las princesas fue atacada en medio de su viaje en carruaje, varios bandidos asesinaron brutalmente a los choferes y jinetes de guardia que la acompañaban; solo quedaba la princesa Yukita y su criada quienes estaban por ser brutalmente asesinadas por 8 sicarios. Lo que ocurrio luego no tuvo precedentes.
Alex apareció blandiendo una de sus espadas, la espada de acero tras su espalda la cual era utilizada por el Mutante para acabar con seres humanos. El primer asesino fue degollado por la espalda, los demás reaccionaron ante la frialdad del callado y magnánimo Alquimista; uno de los matones el cual era sumamente alto y robusto cargo contra el susodicho guardaespaldas, quien sin mucho esfuerzo lo golpeo con un cross de izquierda para después enterrarle su espada en el cuello en un hábil movimiento girando y estocando con la punta de su espada. Los demás no tuvieron tiempo de ver que paso puesto que el erudito hizo una señal con la mano lanzando un potent
La tragedia del pasado de Alex ocurrió cuando fue contratado para cuidar a una de las princesas del Rey del reino oriental del Oeste, conocido por sus grandes recursos económicos al poseer las minas de oro y plata mas abundantes de los reinos. El barbudo y narcisista rey del oeste tuvo la idea de proteger y contratar un guardaespaldas para cada una de sus 6 hijas, las cuales estaban siendo entrenadas en el arte del engaño y la seducción para ser futuras esposas de sus primos lejanos de otros reinos, algo muy normal en esa época y en esos lares.
Esto se remonta hace seis décadas en los antiguos reinos del oriente los cuales estaban divididos por 4 reinos "El Reino del Oriente: Norte, Sur, Este y Oeste" eran los pilares de lo que en este reino/dimensión se consideraba como el gran imperio Asiático; antaño todos esas cuatro principales fronteras eran una sola, gobernadas por un rey sabio y benevolente, al llegar su muerte por culpa de la tuberculosis, sus hijos llenos de sed de poder heredaron equitativamente sus partes correspondientes de la "torta real".
Luego de años de guerras y treguas de paz rotas una y otra vez, llego un punto de inflexión. Todas las casas empezaron a contratar y a tener tratos con diversos agentes. Algunos se aliaban con mercenarios, otros habían contratos y alianzas con otros reinos pequeños y lejanos para aumentar el numero de su milicia, se llego a pensar que uno de esos reinos contrataba demonios y criaturas infernales...
