No se iba a resignar tan fácilmente, debía estar siempre alerta para no sufrir esos ataques por parte de la deidad — ¡Grrrr!— Gruñó en medio de esas masas y elevó ambas manos para acercarla a los costados ajenos, con un movimiento de sus dedos hacerle cosquillas.
Él era muy alto, así que para mantenerse allí tuvo que deshacer sus piernas y convertirlas en una traslucida masa acuosa que se alargó hasta darle la estatura suficiente. — ¡Enty, Enty! ¿Pensabas quemar algo hoy? ¡Pues no lo permitiré! ¡Haré que pases todo el día conmigo así! — Se tomó los pechos por los lados y los frotó en insistentes círculos en sus mejillas, tan fuerte que parecía quererle desaparecer la cara entre ambas tetas.
