Desde hace mucho, mucho tiempo, el mundo humano cuenta con la protección de las Deidades. Seres con poderes elementales que controlan y mantienen el planeta sano para su desarrollo.
Ellos observan desde un lugar especial, un palacio de energía que está dividido en cuatro secciones para que cada elemento se sienta más cómodo: La deidad del agua cuenta con abundantes fuentes en sus aposentos, tierra tiene toda la naturaleza que puede desear a su favor, el fuego es la sección en llamas más calurosa, y finalmente los lugares más altos son para el cielo, el elemento del viento.
Sí, esta debería ser una historia de admiración y grandes logros. Todo parece espléndido y perfecto, si no fuera porque... Los cuatro elementos son un desastre.
Desde que los humanos son tan autosuficientes, hay poco trabajo que hacer. Los elementos ahora se distraen conociendo las creaciones humanas, robándolas y peleando por ellas. Los intereses propios, vicios y demás juegan un papel importante al momento de hacer equipo, el cual siempre termina convirtiéndose en una pelea constante.
El palacio de las deidades se ha convertido en el campo de batalla de los cuatro, donde ahora están decididos a sabotearse, al ocio y al disfrute de las vagas creaciones humanas.
