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About Me
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NOMBRE
Japonés: エルキドゥ
Rõmaji: Erukidu
Alías: Cadenas del Cielo

Enkidu (エルキドゥ, Erukidu?), también conocido como Lancer Falso (偽ランサー, Nise Ransā?), es el servant de clase lancer invocado por la quimera en la Guerra del Santo Grial de Snowfield de Fate/strange fake. Enkidu es invocado por Ritsuka Fujimaru en las Grand Orders de Fate/Grand Order.

Biografía
El único amigo de Gilgamesh. Nacido de un terrón de tierra, Enkidu tenía la forma de una arcilla forjada por las manos de las deidades. Su padre fue el rey de los dioses, Anu, y su madre, la diosa de la creación, Aruru. No era ni hombre ni mujer, sino simplemente un monstruo hecho de barro que descendió sobre la tierra y despertó en el desierto. Este abrió sus párpados en respuesta a una voz que lo llamaba desde lejos, observando las extensiones de tierra y cielo, y la imponente ciudad a la distancia. La voz era desconocida para Enkidu, pero no era ni la mano materna ni la reprensión paterna.

Aunque a Enkidu le fue otorgado un poder excepcional, sus padres no pudieron darle un alma. Carecía de intelecto después de despertar, por lo que durante años su existencia consistió en correr por el desierto con los animales. Aunque Enkidu tenía un propósito, la tarea de ser las cadenas que devolverían nuevamente a la piedra angular, Gilgamesh, bajo el control de los dioses; sin un alma solo podía vivir como un animal salvaje. Al carecer de la voluntad de un humano, la felicidad de Enkidu provenía de ser libre en la naturaleza, ni perfecto ni defectuoso. Aún así, este seguía deteniéndose a mirar la ciudad de vez en cuando, escuchando la voz que no era la llamada de su padre ni la de su madre desde más allá de la naturaleza.

Anu presentó ante Enkidu a una mujer, la cortesana divina, después de desesperarse por su falta de raciocinio. La masa asexual de barro sucumbió por la belleza de la mujer, que trascendía el límite entre masculinidad y feminidad, y pasaron seis días y siete noches juntos. La marioneta de barro, ignorante de la humanidad, permitió lentamente que su forma se aproximara a la de un humano, la cual parecía convertirse en la de la hermosa cortesana que compartía su comida y cama con él, como si intentara asumir su belleza. Enkidu hizo suya su belleza paradójica, perdiendo gran parte de su fuerza y divinidad, pero aún conservando niveles muy por encima de los de un ser humano a cambio de sabiduría y razón. Nunca se había mirado al espejo, por lo que la forma humanoide se convirtió en una buena guía para que Enkidu aprendiera sobre sí mismo. Este adquirió conocimiento y pensamiento racional, así como todas las verdades sobre el cielo y la tierra. Lleno del alma necesaria para cumplir su propósito, Enkidu pronunció su nombre por primera vez y el mundo se convirtió en algo extremadamente simple en ese instante.

Finalmente, reconociendo su papel en el mundo, que era imponer la ira y el juicio divino de los dioses sobre un compañero marioneta, Enkidu decidió buscar al arrogante de Gilgamesh. No obstante, el Gilgamesh que encontró era todavía un niño, por lo que tuvo que esperar hasta que llegara a la edad adulta para pelear y reprenderlo como a su igual. Enkidu observó la ciudad mientras esperaba, escuchando la voz familiar desde el interior. Mientras veía crecer a Gilgamesh día con día, Enkidu descubrió que la naturaleza justa del rey lo confundía y le hacía cuestionar el juicio de los dioses. Sin embargo, y aunque entendió la razón detrás de ello, Enkidu se dio cuenta de que los dioses tenían razón a medida que Gilgamesh crecía y se convertía en un tirano.
Entendiendo que la arrogancia de Gilgamesh surgió de su soledad, Enkidu trató de reprenderlo, pero no declaró la verdadera razón para evitar herir su orgullo. Este se encontró con Gilgamesh frente al templo de Uruk, y ambos se enfrentaron en una feroz batalla que duró varios días. Gilgamesh se enojó porque un «terrón de barro» era igual a él, y se sintió humillado por tener que usar sus tesoros. Sin embargo, pronto llegó a disfrutar de la batalla y sacó sus armas sin arrepentirse. Después de una lucha feroz que los dejó a ambos agotados, cada guerrero se derrumbó en el suelo sin tener en cuenta la ubicación. Gilgamesh lo hizo riendo, notando que no podía haber un ganador sin tener dos cadáveres, y Enkidu se cayó imitándolo, como un espejo.

Elogiando el valor de cada uno, se convirtieron en amigos sin igual que continuaron teniendo muchas aventuras. Uno de los pocos logros de Enkidu en esa época fue hacer que Gilgamesh usara sus tesoros en el combate. Ambos combinaron su fuerza para derrotar al guardián del bosque y la bestia de los dioses, Humbaba, por la razón de proteger a Uruk en lugar de tener que ver con las deidades. Enkidu comentó que la gente estaba sufriendo bajo ellos, por lo que cuestionaron el punto de tal acción. Finalmente, este llegó a comprender el camino de Gilgamesh, que como rey observaría el futuro de la humanidad desde su solidaridad.

Enkidu intentó declarar que eran una herramienta para el uso de Gilgamesh, afirmando que estarían a su lado hasta el fin del mundo. Gilgamesh, en cambio, lo llamó tonto y le dijo que los que viven, hablan y luchan juntos no son personas ni herramientas, sino lo que se llama un amigo. La obtención de esa palabra era preciosa para Enkidu, y fue en ese momento que adquirió un «yo» en el verdadero sentido de la palabra. Tiempo después, Ishtar le propuso matrimonio a Gilgamesh, pero él la rechazó. Enojada por sus insultos, ella le rogó a Anu que liberara a Toro del Cielo para castigarlos.

Tras haber trabajado juntos para destruirlo, Ishtar pidió que los mataran por haber asesinado a una bestia de los dioses. Su petición fue concedida, y Enkidu, creado por ellos, fue incapaz de desafiar el decreto. Con el tiempo, este se debilitó lentamente y volvió a ser arcilla mientras Gilgamesh se aferraba con desesperación a la masa que se desmoronaba en sus brazos. Este se enojó, exclamando que debería haber sido castigado en su lugar, pero Enkidu reiteró que era solo una de las numerosas armas en la colección del rey. No habría necesidad de llorar, porque encontraría innumerables tesoros mayores, por lo que no quedaría nada en Enkidu para merecer las lágrimas del rey.

Enkidu creía que Gilgamesh era un héroe que tenía alma y libre albedrío desde el principio, que tenía una vida y valor verdaderos a diferencia de su propio yo prescindible. Siempre anhelaba eso y odiaba ser tan diferentes a pesar de haber sido creados por el mismo padre. Gilgamesh exclamó que Enkidu valía la pena, declarando: «En todo este mundo, solo uno será mi amigo. Por lo tanto, por la eternidad su valor jamás cambiará». A medida que la lluvia disminuía, Enkidu regresó a su estado original, nada más que un terrón de tierra en el desierto, dejando atrás solamente el atronador grito del rey. El resto de la vida de Gilgamesh mostró la gran sombra proyectada sobre él por haber perdido a la única persona que lo entendió.

Apariencia
La apariencia de Enkidu es algo modelado a partir de dicha cortesana sagrada como una forma de respeto. Lancer puede tomar una gran variedad de formas, pero su forma habitual es la de una persona andrógina de dieciséis años con un cabello largo y hermoso que brilla en un color verde claro. Fue convocado solo con una túnica lisa, por lo que parece muy poco llamativo en comparación con los que normalmente se llaman espíritus heroicos. Enkidu no es invocado con ningún artículo, y su vestimenta no parece ser valiosa en modo alguno. Si bien los héroes no están determinados por su riqueza, ser convocado con las manos completamente vacías es anormal.

Es difícil saber si Enkidu es un hombre o una mujer a primera vista. Su rostro conserva rasgos vagamente infantiles que se pueden interpretar como de cualquier género. Su piel lustrosa y sus suaves rasgos recuerdan a una mujer, pero su túnica suelta oculta su sexo al esconder su físico, haciendo imposible ver su pecho y caderas, y haciendo difícil discernir si es realmente humano. Tiene extremidades firmes y tensas con manos y pies ásperos como los de un hombre, y su cuerpo parece un resorte enrollado listo para lanzarse hacia adelante.

Con una voz andrógina y neutral, el rostro de Enkidu puede llamarse hermoso y elegante a pesar de su género, pero al mismo tiempo desprende una atmósfera extraña e incómoda. Si bien su rostro parece humano, también desencaja al ser «demasiado perfecto», y aunque el sentimiento no se puede expresar con palabras y no es evidente a simple vista, la forma de Enkidu evoca en el observador la sensación similar a la de un maniquí o marioneta construidos por los hechiceros. Su naturaleza se hace menos evidente a medida que se ve, pero su belleza como un ser de perfecta armonía es innegable. Es un ser paradójico que posee la impureza característica de la humanidad y la inmaculada perfección inherente a la naturaleza. Desafiando la clasificación de hombre o mujer, humano o bestia, dios o demonio: su cuerpo es como las ramas aterciopeladas que envuelven la estatua de Venus.

Personalidad.
Lancer parece apreciar mucho la naturaleza y, a menudo, la parece un alivio que el mundo siga siendo hermoso incluso después de haber sido cubierto por ciudades como Uruk. Él está feliz de sentarse mientras su master está descansando y simplemente se permite disfrutar del magnífico paisaje natural y la «canción del río». Este disfrutaba de correr en la naturaleza durante sus días como una bestia, con solo la voz de Gilgamesh llamándolo hacia la ciudad-estado.

Incluso cuando trata con la persona que lastimó a su master, Enkidu habla serenamente de manera educada y sin ninguna provocación. Sigue los deseos de su master con suma exactitud sin problema alguno, dejando al hechicero a sus propia suerte. Durante la burla final del hechicero que llama a su master un mestizo, Lancer simplemente gira la cabeza y lo mira con ojos saturados de «rechazo». Este disuelve instantáneamente la malicia en sus ojos ante la partida del hechicero, y vuelven a enfocarse en su master.

Al igual que Gilgamesh, Lancer aprecia bastante su amistad. Este sostenía que era un arma cuando estaba con vida, y que su destino sería ser suplantado por la siguiente. Cualquier valor o misterio se limitaría solo a su edad, pero Gilgamesh cambió esos pensamientos. El rey aceptó la pena de un destino de soledad a partir de entonces, pero le concedió a Enkidu un alma con sus palabras. Enkidu cree haber pecado al conocer a Gilgamesh, cuya mayor sinceridad fue mantenerse al margen sin reconocer a los fuertes o a los débiles, pero al final, terminó dejando una huella duradera en la integridad del rey.

Enkidu está extremadamente sorprendido al saber que Gilgamesh ha sido convocado, e inicialmente ni siquiera puede creer en tal cambio de suerte. Después de abrir los ojos con calma, levantarse lentamente y tener un breve momento de silencio, un sentimiento de confusión, frustración y, finalmente, una alegría abrumadora; se apoderaron de su pecho. Enkidu cree que es el destino luchar juntos una vez más en la Guerra del Santo Grial, y confía en que el tapiz tejido entre él y su rey no se romperá solo por una pelea o dos. Incluso después de mil peleas juntos, su vínculo seguiría siendo tan fuerte como siempre.

Introvertido, activo y seguro de sí mismo. Por lo general, Enkidu simplemente merodea como una hermosa flor; pero, una vez que se pone en movimiento, se convierte en un monstruo activo aterrador que no espera, no tiene piedad y no muestra control alguno.

Como es una forma de vida nacida de la Tierra, Enkidu también encuentra a los humanos «interesantes». Pero, debido a que los humanos se consideran a sí mismos como seres separados gracias a su inteligencia, este los clasifica como objetivos de su protección. Enkidu siente que las bestias y las plantas son existencias más cercanas a sí mismo y la mayoría de las veces actuará para protegerlos en lugar de a los humanos.

Dicho esto, dado que tiene una gran curiosidad — ansia intelectual —, Enkidu considera que las conversaciones con los humanos son un placer. Si dicho humano tiene una personalidad atractiva — un totalitario lleno de una mentalidad filantrópica, pero aún alguien que se piensa en sí mismo por encima de todo —, Enkidu demostrará respeto y admiración desde el fondo de su corazón, sintiendo alegría al apoyarlo como un amigo.

Lancer es invocado por un lobo destinado originalmente a actuar como catalizador para otro hechicero. Antes de que el hechicero pueda matar a la criatura y recuperar los hechizos de comando, el instinto más básico del lobo, la voluntad de sobrevivir; hace que salga un bramido que actúa como encantamiento y ritual de invocación para Lancer. Si bien el hechicero está confundido e intimidado por la apariencia del servant, no puede negar su presencia como la de un espíritu heroico. Lancer atiende rápidamente a su master, hablándole en un «lenguaje animal» para cerrar su contrato, y se prepara para llevarlo a curar sus heridas.
El hechicero, indignado por la farsa de que una quimera se haya convertido en master, intenta disparar sobre el lobo con rabia. Lancer le dice que baje su arma porque su master no le quiere hacer daño, y aunque este puede decir lo que pasó con solo ver las heridas de su master, desea dejar en claro que la criatura no tiene ninguna malicia contra el hechicero. El hombre hace una súplica final para trabajar juntos y conseguir el Santo Grial en lugar de con ese «mestizo», a lo que Lancer le responde con una mirada saturada en una aplastante sensación de «rechazo», haciéndolo huir con un chillido.

Al aplicar un tratamiento mínimo sobre las heridas de su master en un pequeño río a diez kilómetros de distancia, Lancer realiza un estudio de la zona. Sin embargo, este dirige inmediatamente la vista hacia el noroeste al detectar una presencia familiar: un espíritu heroico con armadura dorada que sale de una cueva cubierta por una barrera de hechiceros. Al igual que fueron reunidos en el pasado, parece que el destino está a punto de ser modificado una vez más. Con la certeza de que la presencia en el norte es su rey, Lancer sonríe, abriendo silenciosamente sus brazos como para mostrar su corazón al mundo, y luego proclama: «Continuemos el duelo en esa plaza una vez más ... Revivamos esa alegría». Este entonces comienza a entonar una canción que sacude la tierra, lo que actúa como la señal de que la guerra ha comenzado.

Lancer se encuentra con Archer Falso, cuya identidad es Gilgamesh, en el desierto. Antes de decir una palabra, Archer usa Ea para lanzar su Enuma Elish sobre Lancer, a lo que Lancer utiliza su propia versión de Enuma Elish para contrarrestar el poderoso ataque. Después de su enfrentamiento, Archer y Lancer hablan un poco, ambos felices de verse nuevamente. Es entonces que Archer activa su Gate of Babylon lanzando múltiples noble phantasms para atacarlo, mientras que Lancer crea sus propias armas de la tierra como contraataque. A medida que continúan chocando, Lancer siente una presencia similar a una maldición de muerte acercándose, la cual es especialmente peligrosa para él, y decide retirarse, con él y Archer prometiendo encontrarse de nuevo. Estos chocan entre sí una vez más antes de partir, creando un gran cráter en el acto.

Mientras se hospeda en el bosque, Lancer transforma todo el lugar en una especie de barrera que mantiene a los invasores fuera. Durante la batalla de Archer Falso contra Archer y Rider Verdaderos, Lancer percibe ambas presencias, notando que son bastante fuertes. Saber y su master, Ayaka Sajyou, llegan al bosque gracias a que Saber recibió las instrucciones de su «amigo». Saber le pide a Lancer que haga una alianza con él, ya que había decidido hacer una alianza con el primer servant que encontrara. Lancer, aunque rechaza la oferta, dice que su amigo, Archer Falso, probablemente no aceptaría a Saber como su amigo y le exigiría una prueba de su fortaleza. En ese momento, Lancer acepta darle a Saber la oportunidad de demostrar su fuerza, aceptando la alianza si es lo suficientemente fuerte. Saber está de acuerdo con el desafío, y aunque ni siquiera es capaz de tocar a Lancer, logra evitar todas las cuchillas lanzadas hacia él usando su gran velocidad. Al ver que no podrá arreglárselas con solo usar sus manos, Saber toma la rama de un árbol y la usa para lanzar su noble phantasm, Excalibur hacia Lancer; el cual Lancer logra bloquear convirtiendo su mano en una cuchilla. A pesar de que la batalla llega a un empate, Lancer todavía está impresionado por la fuerza de Saber, y acepta hacer una alianza con él. Acto seguido, y una vez terminado el combate, Lancer llama a Assassin Falso, quien había estado observando su batalla desde las sombras y decide también unirse a la alianza.

Más tarde, el lobo tiene un sueño sobre la creación de Lancer, quien lo conforta mientras piensa sobre su pasado.

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